La verdad sobre Pompilio Guerrero
Pompilio Guerrero muy posiblemente fue el primer héroe revolucionario de extracción humilde y con alcance masivo entre las masas de su tiempo, tanto en el oriente como en el occidente de Bolivia. Por lo menos yo no he hallado rastros de algún personaje con esas o similares características durante la dominación de los “patriarcas de la plata” (1883-1899) o en los esplendores de la dominación de los “barones del estaño” (1900-1928).
Precisemos. Sin duda hombres como Mariano Baptista, Ismael Montes o Eliodoro Villazón, entre muchos otros poderosos y/o preclaros, brillaron en los clubes sociales de la oligarquía, sin embargo el pueblo no proyectaba sus esperanzas y anhelos en ellos. Por supuesto los indios, mestizos e incluso “los parientes pobres”, tenían sus propios héroes, pero al parecer, antes de Pompilio Guerrero, todos ellos tuvieron un alcance sólo regional.
¿Quién fue Pompilio? Las referencias historiográficas sobre su vida y hazañas son abundantes, pero aparecen dispersas en un amplio abanico de fuentes. No existe una monografía completa sobre su vida. La poderosa petrolera Standard Oil, por ejemplo, le dio gran cobertura en un folleto suyo de 1936. Según la Standard, Pompilio no sólo siempre supo sobre la existencia del “oleoducto clandestino” siendo oficial de aduanas del Fortín Campero aunque lo negara, también “faltaba a su palabra” declarando en la corte que sus exportaciones petroleras salían en tambores, y no a través del “caño”.
Contextualicemos. Nos referimos a las exportaciones petroleras “clandestinas” de la Standard Oil que Pompilio habría denunciado antes de la guerra del Chaco a costa de perder su fuente de trabajo como fruto de su desafío al imperialismo “aceitero” (el caño, u “oleoducto clandestino”, era de 2½ pulgadas de ancho y 200 metros de largo, y cruzaba el río Bermejo entre Orán y Aguas Blancas).
Por otro lado, la historiografía nacional nos presenta a Pompilio como un oficial mestizo y humilde que no se doblegaba ante la postura intimidante de la Standard, rechazando sus ofertas de soborno a pesar de las coacciones. Encarna el ejemplo a seguir de la pedagogía nacionalista y revolucionaria de la postguerra del Chaco. Mirko Orgaz, nos dice: “luchó en la guerra del Chaco con la certeza de que la Standard contrabandeaba petróleo boliviano hacia el Paraguay vía Argentina”. También le vemos sosteniendo un coloquio ficticio con Abel Iturralde sobre las consecuencias nefastas de los monopolios petroleros en un film actual del cine nacional.
Pero siquiera en algo la razón parecería pertenecer a la Standard: el oleoducto nunca fue clandestino, al menos no entre los ámbitos técnicos y altas jerarquías de gobierno, como se observa claramente a través del siguiente parágrafo de un informe de la Dirección General de Minas y Petróleo (Digemip) inherente a la inspección al pozo Bermejo Nº 2 de 1927: “Al presente está clausurado y su producción se usa para combustible en las perforaciones de los pozos Bermejo Nº 3 y Agua Blanca Nº 1, este último está en territorio argentino”.
Sorprende cómo Sergio Almaraz omite aquello en los acápites dedicados al oleoducto clandestino y a Pompilio de su siempre célebre: “El Petróleo en Bolivia”. Tal vez la existencia de Pompilio se reduce a la ficción de la prensa, como parecen traslucir las columnas de su coetáneo José Deheza. Sin duda corresponde reabrir los expedientes del juicio a la Standard Oil de 1935 a 1939 y rastrillar minuciosamente los archivos hemerográficos del país buscando aclarar las cosas.
El autor es economista
Columnas de JUAN JOSÉ ANAYA GIORGIS