¿Crepúsculo de las democracias europeas?
Los resultados de la últimas elecciones en Alemania y en Italia cuestionan el funcionamiento del sistema democrático, del cual se dice que ‘no es perfecto, pero que es el menos malo y que no se ha encontrado todavía uno mejor…’ Desde hace cuatro meses Alemania no logra formar un gobierno y la falta de una clara mayoría en Italia augura lo mismo. Típicamente cuando no se logra una mayoría parlamentaria, el futuro gobierno debe apoyarse sobre una coalición de partidos, con ideologías más o menos compatibles. Las negociaciones para formar un gobierno de coalición en Alemania entre partidos de la misma tendencia han fracasado y actualmente los democristianos de Ángela Merkel conversan con los socialistas. El partido socialista ha aprobado el acuerdo de principio y se espera que la saliente canciller Merkel forme pronto un nuevo gobierno. La cuestión es si será un gobierno viable y capaz de gobernar.
Es una situación peculiar para un país encontrarse sin gobierno por tan largo tiempo. Uno pudiera casi preguntar si ese gobierno es realmente necesario, tal vez bastaría con despachar asuntos corrientes. En 2010 Bélgica se quedó sin gobierno 541 días a causa de un empate entre las fuerzas políticas y grupos lingüísticos, pero con el peligro de la división del país en dos. Los ‘ganadores’ de las elecciones italianas: ‘Movimiento de las 5 Estrellas’ y ‘Liga del Norte’, ambos populistas y antiinmigrantes, han reunido cada uno cerca de 30 % de los votos y ahora reclaman el derecho de formar un gobierno, por seguro antieuropeo y antidemocrático. Así los dos grandes países europeos –Alemania e Italia– se encuentran ahora en un empate político que no permite adelantar grandes proyectos europeos y responder a los desafíos actuales, de migración sobre todo, que continúa dividiendo al electorado europeo y aparentemente más que todo a los italianos.
Históricamente las formas de gobierno dependen de las relaciones económicas sobre todo de la propiedad de los medios de producción, de la tierra, etc. pero también de situaciones más abstractas como el grado de libertad y cultura política de la sociedad en su conjunto. La inclinación política hacia la derecha o izquierda encuentra sus limitaciones en el juego de las instituciones democráticas, mecanismos de control y contrapeso de los tres poderes del estado. La ola de populismo actual sigue la tendencia, que se da desde ya algunos años, con la subida al poder de los partidos populistas de derecha en Polonia, Hungría, Eslovaquia, Letonia, Austria y mejoramiento de los resultados electorales en los países de Europa Occidental. Las formaciones políticas que gobiernan en estos países son abiertamente enemigas de la democracia y tratan de modificar el sistema subordinando todos los poderes (sobre todo judicial) a un solo partido. Pluralismo, separación/equilibrio de poderes –legislativo, ejecutivo y judicial– que se limitan y se controlan mutuamente a fin de que ninguno de ellos tenga un poder desmesurado, se ven desnaturalizados.
Democracia es un sistema de gobierno, pero también es una práctica y una costumbre ciudadana. La educación cívica, más allá de la exaltación de los símbolos patrios, debería enseñar la responsabilidad por los demás y respeto a la ley. El crepúsculo de las democracias comprendido como el fin de una forma de gobierno no vislumbra ninguna otra para reemplazarla. El populismo solo busca modificar algunas partes del sistema para satisfacer sus objetivos coyunturales. Como decía alguien demagógicamente en otros lares y en otros tiempos: no hay democracia para los enemigos de la democracia… ¿pero quién decide?
El autor es comunicador social
Columnas de STANISLAW CZAPLICKI