El “déjá vu” cultural
A estas alturas del nuevo siglo, la existencia del “déjá vu” en el campo intelectual no deja lugar a dudas. Este es un fenómeno cotidiano. Hace referencia a la impresión de la repetición constante y continua en la esfera de las ideas, vale decir, a lo ya visto, leído o escuchado previamente. Probablemente no hay explicación neurológica o mágica en ello, quizás se trate simplemente de la experiencia constatada en el diario vivir de la difusión habitual de las ideas estándar.
Posiblemente los discursos y estribillos comunicacionales de moda hacen olas que insensibles arremeten a la caprichosa memoria del individuo; frente a la velocidad del ritmo de la presentación de las imaginarias novedades intelectuales, el ciudadano moderno tiene casi siempre la vivencia ambigua de lo ya visto o vivido en algún otro lugar, es decir en este caso, libro, revista, conferencia o clase universitaria. Acerca de ello invitamos a pensar que se trata de la fuerza de la vivencia de repetición. Cuando menos es de hecho un indicador de la ausencia de novedad intelectual, a la par de enseñar la fatiga del individuo citadino por la aparente velocidad de la vida secular de los tiempos que corren. A pesar de que también se podría decir que es la experiencia de la velocidad de repetición. A todo esto cabe añadir por último, que este síntoma se presenta en los consumidores de las publicaciones del campo social y comunicacional.
Indiferentemente, la repetición insiste contra la apertura del tiempo, puesto que probablemente intenta negar su infinitud y su posibilidad de cambiar todo el tiempo. Tal vez la compulsión a la repetición, que es otra cosa distinta y diferente a la repetición, sea en sí misma una torpe respuesta subjetiva a la angustia que viene aparejada con la presentificación del futuro. Sin embargo, es sabido que la repetición existencial propiamente dicha, en cuanto tal, es imposible en la vida, puesto que todo acontecimiento humano, en tanto que es un fenómeno temporal, es irreversible. Así entonces, en la práctica de dicha monotonía algunos lamentan, en realidad, lo irreversible de la vida. Además, no descartamos plenamente que, tal vez, la continua presencia de la repetición no sea otra cosa que un simple fantasma ecoico.
El autor es psicólogo. Universidad de Buenos Aires.