Ser feliz
Hasta donde se sabe ningún ser humano tiene como misión ser triste y desdichado. La mayoría busca el mejor modo de vivir su vida y trata, por todos los medios posibles, de transitar por un camino manejable y sereno.
El autor Dan Buettner explica que hay tres hilos básicos del bienestar y los llama placer, propósito y orgullo. Buettner, en su estudio “La zona azul de la felicidad: lecciones de las personas más felices del mundo” informa que las personas que viven en los lugares más felices del mundo: Costa Rica, Dinamarca y Singapur se las arreglan para combinar estos hilos. Ellas siguen sus intereses con entusiasmo, pero no a expensas de sentir alegría y miran con orgullo lo que conquistan. En muchos casos son capaces de hacerlo porque los lugares donde viven –sus naciones, comunidades y barrios– les dan un apoyo invisible, empujándolas constantemente hacia comportamientos que favorezcan el bienestar a largo plazo.
Esta relación demuestra que hay una conexión directa entre felicidad y salud, donde el primer factor no es algo sólo para privilegiados, sino algo que cada uno puede crear para sí y su familia porque no importando donde se viva uno puede arreglar su casa, curar su red social, administrar su dinero, entre otros factores.
Sin embargo el compromiso individual, cuyo objetivo es la felicidad, debería ir de la mano con el rol que cumplen las entidades públicas y es allí que nos enfrentamos a un eterno conflicto porque esa tarea no se cumple.
La administración pública, en muchas ciudades de Bolivia, se destaca por una indiferencia al cumplimiento de las normas y más bien muestra, entre miles de ejemplos, a los árboles como enemigos; otorga preponderancia a los automóviles por encima de los peatones; y el ruido callejero de vendedores ambulantes, parlantes, bocinas y escapes de motos y carros; pareciera que tuvieran el beneplácito de las autoridades de turno, porque reproducen, a volúmenes por encima de lo permitido, ofertas comerciales o ruidos molestos.
Entonces, por más esfuerzos individuales que se haga por alcanzar la tan ansiada felicidad, hilando los hilos para lograr una cuerda fuerte y durable, será en vano porque es imperioso que las autoridades de turno entiendan que están para proveer a sus ciudadanos de una correcta administración del orden público, sin favorecer a determinados sectores a cambio de votos o apoyo político partidario en próximas contiendas electorales.
La autora es periodista y comunicadora social.
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