El lado bufonesco de las tragicomedias
Se agolparon en mi sesera aristas bufonescas de la tragicomedia en que vivimos, desde que a las tres y media de la madrugada desperté y no me importó que fuera tempranera la muestra de orina y puja que te puja hiciera del cuerpo sin que fuera mi hora. Más tarde, me sacaron más sangre que si Drácula hubiese chupado mi coto; parecía una versión femenina del vampiro la doctora que encontró una vena quizá oculta de temor. La culpa era del médico que solicitó todo, menos el test de embarazo, dijo, a ver si descubría alguna gotera propia de mis años.
Digan si no da para reír, ¿o llorar?, la tragicomedia diaria.
Dicen que los “loros” avisaron con antelación del operativo policial en Palmasola, donde en un recinto de máxima seguridad los presos tenían tele con cable, antenas satelitales, karaokes, billares y futbolines: además “descubrieron” marihuana y una destiladora de alcohol, aparte de varios tipos de droga y armas. Los “paquitos” de pistolas con balines de goma fueron recibidos por francotiradores a bala limpia y lanzallamas de garrafas prohibidas. ¿Resultado?, ocho presos muertos, tres uniformados lesionados; un mayor de policía herido de gravedad. El Viceministro de Régimen Interior alardeó: “Podemos decir que hemos recuperado el control de Palmasola”. ¿Qué burla es esta?
Me late que en Sabaya los contrabandistas se asegurarán de que no haya vehículos “chutos” ni fardos de ropa usada en humildes chozas de “chulas”, que así llamaban en época colonial a las mujeres mestizas. Imagínense, “soltaron” a “chuteros” que traían autos de contrabando de Chile y estos reunieron a otros maleantes para emboscar y matar a sangre fría a dos sargentos de nuestras gloriosas Fuerzas Armadas, que en mesa ya rindieron una de sus raras victorias: Ñancahuazú.
Los militares debieron usar sus armas, pontifica un general. De acuerdo, mayor fuerza tendría si desde hoy los milicos pudieran disparar antes de preguntar: ¿para qué portan armas? De otra suerte, es un poco como Trump armando de pistolas a maestros de escuela, mientras los alumnos tienen acceso a fusiles automáticos AR-15, que disparan de a una bala o en ráfagas. Son los de mayor venta en EEUU, quizá gracias al poder tanto de fuego como de presión (“lobbying”), de la National Rifle Association (NRA) en país de belicosos que no discierne entre armas de caza, defensa personal y las asesinas de grueso calibre y poder de fuego.
Dejen de mentir. En Bolivia se pierden hasta $us 2.213 millones de dólares por el contrabando. Claro, si hoy pueden internarse sin pagar aranceles hasta el valor de 200.000 Unidades de Fomento a la Vivienda (UFV), o sea $us 42.641 dólares. El ministro de Defensa habla de la “guerra económica” de un país vecino que da vía libre al contrabando. Es posible, porque de Chile ingresa un 70 por ciento, dicen. La frontera puede estar minada para que bolivianos no invadan al agresor de 1879, pero existen al menos 120 trayectos ilegales para traer autos chutos, ropa usada, alimentos y electrodomésticos.
Pero si de contrabando se trata, con el Perú libramos otra “guerra económica”: ¿acaso en Desaguadero reprimen a pobrecitos “originarios” que han “evolucionado” (verbo que nada tiene que ver con Evo) de una bicicleta que cargaba una sola garrafa de gas, a carritos que portan una decena? Con Brasil también, ¿cuántos años que el tren Corumbá-Santa Cruz es de los contrabandistas? Con Argentina, ¿cuánto genera un “bagallero” que matutea todo el día bolsas de harina o latas de aceite comestible? Debería consolar a los demonizados “neoliberales” de que el espíritu capitalista sigue vivito y coleando en país socialista comunitario, según pregona Evo Morales.
El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas advierte que el país pierde la lucha contra el contrabando “en todos los frentes”. Algo debe tener que ver el culipandeo de que el esfuerzo no sólo debe ser del Estado, “también es un aspecto de educación, de proporcionar otros medios de vida”. Cáspitas, que los “pobrecitos” reos y contrabandistas aprueben posgrados y trabajen con sueldo de ministros, a ver si así cambian de vida. Recalcan que reos tienen los mismos derechos y obligaciones”. Y yo que pensaba que todos los bolivianos, incluidos contrabandistas y convictos, los tenemos.
Nada ocurrirá. Es más, como en la tragicomedia nacional menudea el blablá ocurrente más que las soluciones, cuidadito con anoticiar a un Alcalde de manos traviesas sobre los aires del apellido de Mike Pompeo, nuevo secretario de Estado de Trump. En la onda Quevediana, ya se le achaca una ventosa rima sobre el totaí, fruto desdeñado de una palmera hasta que por ahí en el extranjero hallen que cura el cáncer.
El autor es antropólogo.
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Columnas de WINSTON ESTREMADOIRO