Crimen y castigo
Ocho muertos y más de 20 heridos entre policías y reos fue el saldo del operativo llevado a cabo por la policía en Palmasola, la cárcel más peligrosa de Bolivia y la tercera en América Latina. Días antes se había propiciado un motín en la misma, a consecuencia de la determinación del retiro de niños del penal, debido a un caso de violación de una niña de ocho años con consentimiento de sus padres para obtener dinero dentro la cárcel. Sí, así nomás es la cárcel, por su precariedad, toda la escoria y el bajo mundo está allí y se reproduce.
De hecho, las cárceles y su funcionamiento se constituyen en una problemática en el país, pero en general existe un problema de concepción, al creer que es un espacio destinado a reformar a los internos. A esto se suma el hacinamiento en el que viven los reos. Poniendo el caso de Palmasola, esta institución que fue construida para 800 convictos, alberga hoy en día a 6.000. Bolivia es el cuarto país con hacinamiento en sus cárceles. En ese contexto poco se puede pedir que exista un buen y correcto funcionamiento y que cada preso sea privado de su libertad pero no de sus derechos humanos. Directamente los penales son tierra de nadie o de unos pocos que digitan las fechorías dentro y fuera. Como se vio en el operativo de hace unos días, los reos contaban con armas de grueso calibre y se desmanteló al cabecilla quien manejaba las prerrogativas dentro una sección de la cárcel. Con Palmasola vimos que nuestro sistema penitenciario tocó fondo y sacarlo del hoyo será un largo camino.
Debemos tener claro que las cárceles no resuelven la integración del individuo que cometió un delito. Ya Foucault demostró que la cárcel en vez de propiciar la reinserción social del malhechor, lo que ocasiona es la crecida de la delincuencia, así un tipo que robó una gallina sin condena ni sentencia ejecutoriada, viviendo al lado de un tipo que asesinó, en un espacio donde no hay control, ni los derechos del individuo como sujeto, lo más probable es que el delincuente que robaba pollos al salir de la cárcel se transforme en alguien que será capaz de asesinar.
En Bolivia 70% de los reos se encuentran con detención preventiva sin sentencia ejecutoriada. Traigo la pregunta de Foucault tan vigente para nuestra realidad carcelaria: ¿mantenemos la institución como está y nos enfrentamos a una sobrepoblación que va a transformar la cárcel en una terrible máquina de delinquir y de fabricar delincuentes, o tenemos que repensar la manera en cómo tenemos que castigar?
El autor es comunicador social.
Columnas de GABRIELA CANEDO VÁSQUEZ