El potencial explosivo de los conflictos limítrofes
La decisión del gobierno central de proceder a la retención de las regalías que le corresponden a Santa Cruz por el campo de Incahuasi, lo que representan el 50% de los ingresos que recibe ese departamentales por concepto de regalías, ha vuelto a dar actualidad a uno de los problemas con mayor potencial conflictivo que se mantiene latente en nuestro país.
La base del problema al que nos referimos es la falta de precisión en los límites entre municipios en unos casos, entre departamentos en otros, e incluso entre barrios, lo que con excesiva frecuencia es el factor desencadenante de enfrentamientos entre personas dispuestas a morir y matar en defensa de “su territorio”.
Como si esa dimensión del problema no fuera ya demasiado grave y peligrosa, se suma la manera irresponsable y atrabiliaria con que autoridades de todos los diferentes niveles de gobierno se aprovechan del tema con fines de lo más mezquinos. Así, la demagogia que tanto abunda en el escenario político nacional ha encontrado en las pugnas limítrofes un abundante caldo de cultivo.
De los centenares de potenciales diferendos limítrofes cuya solución está pendiente, durante los últimos tiempos ha adquirido especial relevancia el de Incahuasi. Y lo ha hecho no solamente por la gran cantidad de dinero que está en juego sino, lo que es peor, por lo fácilmente que el tema se presta a la manipulación de voluntades y al enardecimiento de sentimientos y resentimientos regionalistas.
Más alarmante aún es el problema si, como todos los indicios sugieren, ha sido esta vez el gobierno central el que ha decidido azuzar los ánimos con el expreso propósito de poner en dificultades a quienes desde los gobiernos departamentales o municipales no están sumisamente alineados tras los designios oficialistas.
Tal situación puede ser vista como uno más de los muchos síntomas que casi a diario dan cuenta de la fragilidad de la institucionalidad estatal. Así lo indica lo enorme que es la brecha que separa los resultados obtenidos de las expectativas con que hace algo más de cinco años, en enero de 2013, se recibió la promulgación de la Ley 339 de Delimitación de Unidades Territoriales.
Lamentablemente, como los hechos lo confirman, los frutos de esa ley no son tan buenos como se esperaba. Y aunque ha habido algunas experiencias exitosas de solución pacífica, no es menos cierto que son demasiados los casos, como el que ahora comentamos, en los que la Ley 339 no ha sido de mucha utilidad.