“Algo huele mal en Dinamarca”
La denuncia de la comisión de irregularidades en la compra por parte del Gobierno Municipal de Cochabamba de mochilas chinas para escolares y la difusión de documentos oficiales que confirman que el Vicepresidente del Estado no sólo que no había culminado sus estudios en Matemáticas, sino que fue un mal alumno, han concitado buena parte de la atención mediática y de los comandantes de las guerrillas en las redes sociales, y dan cuenta de una situación de deterioro social preocupante.
En ambos temas, lo que no es muy común, se han presentado denuncias que parecen estar sólidamente respaldadas, particularmente en el caso del Vicepresidente del Estado porque la fuente es la universidad en la que se inscribió para, cumplidos los requisitos, obtener una licenciatura en Matemáticas; en el de las mochilas es posible suponer que la fuente que entregó los documentos es interna, factor que si bien, como sabemos los periodistas, no desmerece la denuncia, es en sí mismo importante porque ello sucede, generalmente, cuando hay feroces pugnas internas.
Como telón de fondo, se mantiene la actitud de las autoridades del gobierno central de utilizar los mecanismos judiciales para sancionar a los opositores y disidentes, y para mantener en el reino de la impunidad a los adláteres. El caso de las mochilas es aleccionador. La denunciante es concejal del MAS; el Ministerio de ¿Justicia? ha anunciado que hará un seguimiento estricto para que se sancione a los “ladrones” del municipio; el Vicepresidente (que aparentemente ya se ha resignado a que no se le diga licenciado, lo que parecía extasiarlo) ha insultado a quienes prefieren y compraron mochilas chinas.
Pero, para su mala suerte, surgió la denuncia de un hecho parecido (aunque por montos más altos) en el Municipio de Oruro, denuncia que se presentó hace dos años, sin que concejales del MAS, Ministerio de ¿Justicia? ni Vicepresidente digan nada… (sólo hay que averiguar en manos de quién está ese Gobierno Municipal).
En el campo de los denunciados, peor no lo podían hacer. Conocida la denuncia, autoridades de segundo nivel intentaron descalificar a la concejal denunciante. Luego, cuando los datos difundidos mostraban seriedad, adoptaron decisiones tardías que no han disipado, de ninguna manera, las dudas sobre el proceso de licitación y adjudicación de las mochilas. Es decir, las autoridades del municipio cochabambino han demostrado no entender aquello de que la esposa del César no sólo debe ser honesta sino mostrar que lo es, y ante una denuncia de la naturaleza que se comenta ir por el camino de explicar con claridad y documentadamente el proceso seguido. Ello, además, les hubiera reportado credibilidad e incluso habilitado para denunciar una convergencia, así no sea buscada, de intereses entre el masismo y el manfredismo en contra de la coalición municipal, como se puede observar con bastante nitidez en el campo de batalla de las redes sociales y en una serie de declaraciones, y que tiene el propósito de revocar al Alcalde cochabambino.
En cuanto a la impostura profesional del Vicepresidente, el hecho no sólo da cuenta del marco ético-moral y psicológico en que se desenvuelve, sino que abona a un sentimiento de frustración e impotencia que se va ampliando sin que nadie pueda revertirlo, porque esta autoridad era una expresión importante de un proyecto político que en su origen parecía que podía ser de largo aliento. No está de más recordar que lo mismo ocurrió en Uruguay, con la diferencia de que su anterior Vicepresidente fue obligado a renunciar por similar impostura, mientras que acá, incluso en sectores que se declaran contrarios al oficialismo, tienden a verlo como una “viveza” criolla más.
En resumen, “algo huele mal en Cochabamba” diría un Hamlet residente en nuestra ciudad, y no sólo refiriéndose a los alrededores del aeropuerto.
El autor fue director de Los Tiempos entre 2010-2018
Columnas de JUAN CRISTÓBAL SORUCO QUIROGA