¿Estamos listos para los Juegos Suramericanos?
En 31 días exactamente se inauguran los XI Juegos Suramericanos Cochabamba 2018. Es el evento polideportivo más importante de la región sur del continente americano y el mayor de todos los que han tenido lugar en toda la historia de Bolivia. Y de América, por el número de deportes en competencia. Desde el 26 de mayo y hasta el 8 de junio Cochabamba vivirá una fiesta deportiva sin precedentes: en el subcontinente y en el Departamento.
En cuatro semanas más comenzarán a llegar aquí los más de 7.300 atletas, oficiales –delegados, técnicos y otros personeros deportivos– y jueces internacionales, cerca de 70 presidentes de confederaciones sudamericanas y de federaciones deportivas nacionales, además de medio millar de periodistas nacionales y un número aún no determinado de otros países.
Los más de 4.300 atletas –de 14 países incluido el nuestro– competirán en 377 pruebas de 35 deportes diferentes y 50 modalidades deportivas. Eso en 44 escenarios de ocho municipios del Departamento, una veintena de ellos en Cercado.
Semejante acontecimiento parece aún una realidad lejana para los cochabambinos. Una realidad anunciada por los paneles de señalización colocados en las vías públicas hace pocos días, las exhibiciones deportivas y la caravana de automóviles realizadas el fin de semana y… nada más, o muy poco en proporción con la magnitud del evento.
Magno evento, no sólo por el número de participantes –a los que deben sumarse turistas, aficionados y familiares de los atletas– sino también porque durante esas dos semanas Cochabamba estará bajo los reflectores de la atención de la prensa deportiva y de los aficionados del subcontinente, y principalmente de los 14 países participantes. Es más, si pensamos que cada visitante volverá a su país/ciudad de origen y difundirá en su entorno sus experiencias de las dos semanas pasadas en Cochabamba –en los escenarios deportivos y fuera de ellos– es evidente que los Juegos Suramericanos son un acontecimiento mayor que formará, o transformará en mayor o menor grado, la percepción que se tiene de Cochabamba en el imaginario foráneo. Y a lo mejor también que tenemos de nosotros mismos.
Esa experiencia, que trascenderá los límites de lo deportivo, va a darse en los escenarios a los que concurramos –o no– como espectadores. Y en las calles, plazas, parques, cafés, restaurantes y otros espacios públicos que son parte de nuestro cotidiano ordinario y que, durante esos 14 días, compartiremos con esos miles de americanos, como nosotros, que estarán en Cochabamba para vivir una experiencia extraordinaria e inolvidable. ¿Estamos listos para ser los buenos anfitriones de ese encuentro excepcional?