Los “izquierdistas” embusteros
Los términos de izquierda y derecha, su esencia y significados, cobran importancia nuevamente a raíz de los exabruptos vertidos por el Vicepresidente, considerado, dicho sea de paso, uno de los más conspicuos mentirosos, entre las más altas autoridades y políticos, que ha conocido el país.
En el origen, estos vocablos tenían más bien un sentido geográfico, pues en el nacimiento del Estado moderno, –cuya esencia es la representación política y la separación de poderes– en la instancia de la Asamblea que generó la revolución francesa, los “girondinos”, que pretendían obstaculizar las reformas conservando las facultades y atribuciones de la nobleza, se ubicaron en el lado derecho. Mientras que, los “jacobinos”, que proclamaban reformas radicales para poner fin a los privilegios de la aristocracia, con mayores derechos a la representación genuina del pueblo, se ubicaron en el flanco izquierdo. Con el tiempo, sin embargo, estos dos términos connotarán visiones del mundo y lo político: antitéticas y contrapuestas.
Como sostenía el notable politólogo italiano Norberto Bobbio, al tratarse de dos perspectivas distintas de la política y lo político su vigencia tendría existencia perenne. Algunos académicos y la mayor parte de los políticos, se equivocan rotundamente cuando sostienen que ambas ideologías, hoy, ya no tendrían vigencia, sobre todo, después de la caída del Muro de Berlín.
En esencia, ideológicamente, la izquierda significa emancipación, justicia social, comunidad, solidaridad e igualdad. La derecha, al ser términos antitéticos, todo lo contrario. Ahora, en ambas ideologías, ciertamente está presente la libertad como principio primordial, aunque con matices distintos. Por eso, la existencia, en la academia y en política, de liberales de izquierda.
Genuinamente, entonces, ser de izquierda no significa defender esos valores sólo en el discurso. La izquierda no es una bandera con la que cotidianamente se engaña al pueblo demagógicamente. La izquierda se practica. Ser de izquierda no significa ser mentiroso. Ser de izquierda, entre otras cosas, no implica ser corrupto, autoritario, déspota, oligarca, insensible, soberbio y abusivo. Ser de izquierda, también, no significa comprar conciencias y manipular las reglas de juego para perpetuarse en el poder, aspirando el despotismo monárquico. Estar en la izquierda no comporta apoyar ciegamente a regímenes sanguinarios que reprimen y despilfarran la plata de pueblo. Ser de izquierda significa honrar los valores eternos como la verdad, la razón y la justicia.
En ese sentido, los “izquierdistas” del corrompido y decadente “proceso de cambio”, son, en el fondo, de doble moral. Aparentan ser de izquierda, pero en su médula, son de derecha. De día son socialistas y de noche capitalistas; izquierdistas de corazón pero derechistas de bolsillo. Critican al imperio, empero, en sus hábitos, son militantes del consumo capitalista y admiradores de sus principales marcas. Predican la sobriedad, mientras que, con la plata del pueblo, viven en la opulencia, con descomunales privilegios. La doble moral en estos “izquierdistas” es omnipresente.
Con el discurso y los valores de la izquierda, estos estafadores ideológicos, al margen de tomar el poder y disfrutar de sus prerrogativas, pretenden todavía, para preservar sus privilegios y mantenerse impunes, perpetuarse en el poder.
Todos esos actos están reñidos con los fundamentos y genuinos valores la izquierda; son, por tanto, unos simples y pobres embusteros de “izquierda”.
El autor es profesor de la carrera de Ciencias Políticas de la UMSS.
Columnas de ROLANDO TELLERÍA A.