Una división artificial
Las declaraciones del Cardenal designado respecto a su amistad con el presidente Evo Morales motivaron una declaración oficial de la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB) y una posterior polarización que, analizadas las cosas, no es más que una mala interpretación de los hechos.
Por lo que reflejaba la prensa, parecía que existían bandos.
Y quien dio la línea para esa defensa fue, desde luego, el presidente Evo Morales. El mensaje emitido por su cuenta en la red social Twitter fue la puntada inicial: “Mi respeto, cariño y admiración al hermano Toribio Ticona, Cardenal de Bolivia. ¡Fuerza!, los obispos y católicos de base, que defienden y trabajan con los pobres, están contigo”.
Posteriormente, otras figuras del oficialismo, como el ministro de Desarrollo Rural y Tierras, el de justicia y el jefe de bancada del MAS hicieron sendas declaraciones en respaldo a Ticona. En todas prima el elemento de la discriminación. Se acusa a los jerarcas de la Iglesia Católica de discriminar a Ticona por ser indígena.
La utilización del rótulo de “indígena” para victimizarse es una actitud que se ha hecho común en el actual gobierno. Cada vez que una autoridad autoidentificada como tal es atacada, se usa el ya desgastado discurso de la discriminación. El mensaje común que se emite con esa actitud es “me atacan por ser indio” y, de esa manera, se desvía el fondo del asunto a una cuestión racial que siempre resulta polémica.
Y llama la atención que casi ningún medio de prensa haya reparado en los primeros párrafos del mensaje de la CEB porque éste comienza aclarando, precisamente, cuál es su posición respecto a la designación de Toribio Ticona como nuevo Cardenal de Bolivia.
El que se refiere expresamente al sentimiento de la CEB es el punto 2:
“El nombramiento de Su Eminencia Mons. Toribio P. Ticona conlleva un agradecimiento y reconocimiento del Papa por su trayectoria pastoral y servicio humilde en comunidades y pueblos quechuas y aymaras. Como Obispos de Bolivia nos sumamos a las felicitaciones que ha recibido el nuevo Cardenal y a la alegría y esperanza espontáneas que ha suscitado en nuestro pueblo”.
Si se analiza ese párrafo, se verá que no existe asomo de discriminación. Sin utilizar el adjetivo “indio”, que es interpretado peyorativamente en los países de América, ni el de “indígena” –cuyo verdadero significado es “originario del país de que se trata”–, la CEB se refiere al origen de Ticona señalando, y ponderando, que hizo un ”servicio humilde en comunidades y pueblos quechuas y aymaras”. Más aún, los obispos se suman “a la alegría y esperanza espontáneas que ha suscitado en nuestro pueblo” esa designación.
Lamentablemente, la mayoría de los medios se limitaron a reproducir el punto 3 de la declaración que es el que señala que la voz oficial de la Iglesia es la CEB pero aclarando, al mismo tiempo, que “el Cardenal es miembro de la Conferencia Episcopal Boliviana, como Obispo Emérito, teniendo derecho a voz, de acuerdo con sus Estatutos”. La condición de obispo emérito es clave a la hora de interpretar representaciones y vocerías pero ese tema será analizado en otro editorial.
Por ahora, es suficiente decir que, a la luz de los papeles, que son los que “cantan”, no existe división en la jerarquía de la Iglesia Católica y son erradas las interpretaciones al respecto.
Lamentablemente, el propio Cardenal designado se dejó llevar por la corriente divisionista del victimismo pero es de esperar que, a la luz de sus lecturas, fundamentalmente del Código Canónico, entienda cuál es su función en el cargo honorífico que va a desempeñar.