A propósito de los maestros…
Desde la Constitución Política del Estado (2009), la formación de maestros es responsabilidad exclusiva del Estado. Bajo esta nueva lógica, el año 2013 inicia la transformación educativa en las aulas de todo el país, muchas fueron las expectativas pero también las críticas que se generaron, ya que al parecer no todas las condiciones para su implementación estaban dadas. La primera de esas condiciones, la formación de los maestros en ejercicio, fue asumida por el Programa de Formación Complementaria para maestros con el fin de que los educadores se apropien del modelo pedagógico. De allí a la fecha, las interpretaciones que se han dado desde distintas instancias no siempre han respondido a ese propósito inicial de facilitar la comprensión de esta nueva manera de entender el proceso pedagógico. Los educadores aún sienten el peso de realizar su trabajo en el marco de la incertidumbre, de saber si lo que están haciendo está bien o no. Sin embargo, en lugar de optimizar la comprensión cabal de lo que esto significa, el Ministerio de Educación evalúa estos años de transformación de la formación docente destacando sólo un conjunto de cifras, tales como:
- Desde 2012 a la fecha, más de cien mil maestros han concluido su formación a nivel de Licenciatura.
-Desde 2010, más de 20 mil maestros han recibido formación en el nivel y especialidad del área en la que se desenvuelven.
-Desde 2015, los maestros participan en Diplomados, Especialidades y Maestrías desarrolladas por la Universidad Pedagógica.
-El año 2006, 18.698 de los docentes eran maestros interinos, cifra que se redujo a 0 para este 2018.
-Se ha entregado una computadora por docente para mejorar la calidad del ejercicio de la docencia.
Por tanto, caben los siguientes cuestionamientos: A la fecha, ¿cuál es el impacto real de este conjunto de cifras que acompañan este proceso de transformación en la formación docente?, ¿cuánto ha cambiado la práctica pedagógica en aula?, ¿cuánto ha mejorado la educación en nuestro país? y como consecuencia de ello, ¿qué nuevas habilidades, destrezas, actitudes, han desarrollado nuestros estudiantes en las unidades educativas que les permitan desenvolverse con solvencia en el actual contexto?. A decir de algunos docentes, el proceso de revolución educativa no ha llevado a cambios contundentes en el quehacer educativo, al contrario, ha disminuido la motivación por la formación continua; la formación inicial de maestros no es suficientemente sólida en tanto que enfatiza en su carácter ideológico y político, lejos del necesario equilibrio entre el manejo pedagógico de la disciplina y de la formación humana. En tanto, el Estado no asuma la necesidad de mirar objetivamente la realidad educativa desde una perspectiva transformadora, con visión de futuro independiente de los intereses políticos, será difícil determinar en qué ámbitos es necesario fortalecer o retroceder.
La autora es docente investigadora
Columnas de MARÍA LUZ MARDESICH PÉREZ