Gol de identidad en el Mundial
Sergio Wilhen Nina Vega
“Campeón es África, no Francia”. Se habla así del vigente campeón mundial: la selección francesa.
Francia es legítimo merecedor de este título mundial porque en sus filas tiene a jugadores nacidos en esa nación, ¿acaso esa no es suficiente razón?
Si profundizamos, encontramos futbolistas de ascendencia africana, esto producto de la migración; hecho que benefició a Francia no sólo en el ámbito cultural, sino también en lo deportivo. Como dice Nuria Sanz en su artículo, “Migración y cultura”: “Hace más de dos millones de años la migración no fue concebida como una solución desesperada, sino como la necesidad de dar respuesta a la curiosidad humana y de superar nuevos retos relacionados con nuestra capacidad de adaptación”.
Tomando en cuenta los retos de adaptación, así lo asumieron los padres de los jugadores de la selección francesa, al migrar y formar una nueva vida en otro país (“con más oportunidades”), con una sociedad diferente en usos y costumbres y a ello se sumaron sus hijos —los campeones del mundo— quienes tuvieron la oportunidad de jugar al fútbol para en un futuro representar a la nación que apostó por ellos.
Silvio Rodríguez en una de sus canciones (“Sueño con serpientes”), dice citando a Bertolt Brecht: “Hay hombres que luchan un día y son buenos; hay otros que luchan un año y son mejores; hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”.
En el fútbol, la lucha se hizo presente, no sólo en la habilidad futbolística, sino también en la migración.
Periodista deportivo
Columnas de Redacción Central