Mecenas
Cayo Mecenas fue confidente y consejero político de Cayo Octavio Turino que se convirtió en el primer emperador de Roma con el nombre de Augusto. El fomento y patrocinio que el primero brindó a las artes convirtieron a “mecenazgo” en la palabra que describe el apoyo a una manifestación cultural.
Por su parte, Pedro Ximénez de Abril y Tirado fue un compositor arequipeño a quien se descubrió en 2006 como uno de los mayores músicos del siglo XIX. Una compatriota suya, Zoila Vega Salvatierra, directora del Ensamble de Cuerdas de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, dice que Ximénez estaba muy venido a menos en su tierra natal hasta que el mariscal Andrés de Santa Cruz, convertido en protector de la Confederación peruboliviana, lo invitó a trasladarse a Sucre, la capital de Bolivia, para ser maestro de capilla en la catedral de esa ciudad.
La actitud de Santa Cruz fue de mecenazgo. Con el sueldo que se le fijó, el compositor no solo se dedicó a dirigir el coro de la catedral capitalina sino que produjo una gran cantidad de música, Vega habla de por lo menos 41 sinfonías.
El mariscal de Zepita mandó concluir las obras de la última catedral de Potosí que fue inaugurada en 1838.
Daniel Oropeza Alba refiere que la inauguración fue una fiesta deslumbrante, comparable solo con los fastos de los tiempos en que Potosí era el centro económico del mundo. Quien inauguró la nueva matriz fue el maestro Ximénez junto a su coro de la catedral de Sucre.
Legado para la posteridad e historia. Todo fue posible debido a que un hombre con visión, Andrés de Santa Cruz, le dio una oportunidad a un hombre talentoso, Pedro Ximénez de Abril y Tirado, que tal vez hubiera muerto en el anonimato de no mediar el mecenazgo del entonces presidente de Bolivia.
Santa Cruz pertenece a un tiempo en el que los mejores gobernantes eran los ilustrados, aquellos que comprendían el valor de las artes en la construcción de los Estados.
Hoy en día ya no es necesario tener ilustración para llegar al poder. Es suficiente contar con un aparato partidario que no solo le haga llegar ahí sino también que le permita permanecer el mayor tiempo posible.
El mecenazgo ya no existe. En lugar de fomentar las artes, los políticos se dedican a robar y a perfeccionar las maneras de hacerlo. Inventaron los “diezmos”, las comisiones, los cobros por votos y mil y una maneras de recibir dinero al margen de sus salarios. Como no fomentan la cultura, ellos mismos son unos incultos. Por eso es que vemos, a diario, cómo se atacan, insultan y amenazan entre ellos. ¡Lindo legado para las generaciones venideras!
El autor es periodista, premio nacional en historia del periodismo.
Columnas de JUAN JOSÉ TORO MONTOYA