La medalla y los titulares
Si usted quiere llámelo deformación profesional. Lo cierto que hay días en que veo todo en forma de titulares y hasta busco el lead en los pequeños dramas familiares que algún amigo me cuenta. Cómo todos sabemos el título resume la nota pero también sirve de gancho para despertar el interés de los lectores, televidentes o consumidores de la radio. El antetítulo ubica la nota y el subtítulo complementa.
Súmele que ayer era el día soñado por todo periodista: en medio del aburrimiento de la política (confieso que ya no soporto la cansina repetición de Bolivia dijo no y Bolivia dijo sí. No hay argumentos nuevos y es sólo pequeños grupos de ultramilitantes que sostienen campañas lejanas del pueblo) surgió la noticia del año: se robaron nada menos que la medalla presidencial, la más valiosa joya de Bolivia. Un símbolo sagrado.
Por eso ensayé diferentes títulos de periódicos, quizá por la nostalgia de un oficio que practiqué en tantos y tantos años.
Titular 1.- El caso del teniente calenturiento. El antetítulo podría ser: Tenía un arma de repetición (dado que el angelito confesó haber hecho dos piezas con dos diferentes trabajadoras sexuales). La verdad el público se divide entre quienes quieren que arda en los infiernos y quienes lo envidian.
Titular 2. – Ladrones pero patriotas. Antetítulo: Devolvieron las joyas en una iglesia como pidiendo perdón a Dios.
Titular 3.- La maldición de la medalla robada
Titular 4. El robo en el lupanar/ las joyas en la iglesia
Titular 5. Para Extra o Gente:
Por alegrar sus perlitas/perdió la medallita
Titular 6.- Modelo de sensacionalismo:
Por afilar su bayoneta/perdió las joyas
Con rapidez el tema pasó de la tragedia a la comedia (centenares de memes que incluyen a personajes con Samuel Doria Medina y al propio Simón Bolívar) pero en el fondo el caso desnuda el alma de los bolivianos. Así de irresponsables podemos llegar a ser. No todos, claro está pero de que hay más de un teniente Ortiz en medio de nuestro diario vivir no cabe duda.
Y está también el drama de las mujeres que por 20 bolivianos venden sus cuerpos, el de las esposas de los que asisten a esos locales, el de los ladrones de tres por cuatro que robaron el auto menos indicado, el de unas Fuerzas Armadas que deben purgar a los irresponsables y un largo etc. En fin, el drama de una Bolivia donde no se respeta y reina la anomia de poder violar protocolos y reglas.
El autor es periodista
Columnas de JAIME ITURRI SALMÓN