Abandono en alrededores de la Casa Grande del Pueblo
Nadie lo sabía, pero los sábados se puede visitar la Casa grande del Pueblo, el nuevo centro político del país desde donde gobierna el presidente Evo Morales. Estuve por allí el pasado sábado, motivada por la curiosidad, pero llegué tarde.
Como el plan original no funcionó, me di una vuelta por el casco viejo y qué difícil no quedar contrariada por la falta de coherencia en la arquitectura de la zona. Las casas republicanas, otrora uno de los principales atractivos urbanos de La Paz, se caen a pedazos.
Una casona frente de la Cancillería está destruida. En la esquina norte del Congreso, a gritos atrae la mirada la mitad de una casa que queda en pie, su otra mitad derrumbada. Otra casona fantasma, también cerrada, donde antes funcionaba el famoso cine París. Subiendo hacia el norte, más casonas sin nombre se caen a puertas cerradas.
Dicen que se han tumbado varias casas republicanas, que no estaban en desuso, para la construcción de la Casa del Pueblo. El terreno es de unos 1.877 metros cuadrados y el cálculo de la destrucción se puede hacer a ojo de buen cubero.
No sé si la llamaría un engendro, una construcción sin precedentes, pero ciertamente es ostentosa, llamativa y moderna. Se la ve detrás del Palacio de Gobierno y de la catedral. Los Colorados de Bolivia no custodian sus puertas, siguen apostados en el expalacio, ajenos al abandono que los rodea. Y no puedo dejar de pensar en nuestra historia y en los despropósitos de algunos de nuestros gobernantes.
Editora de la revista OH! de Los Tiempos
Columnas de Paula Muñoz Encinas