Un triunfo contra el servicio militar
“Un ciudadano boliviano, joven estudiante que recién comienza su carrera universitaria, ha abierto en nuestro país una polémica cuyas reales dimensiones tardarán probablemente en ser valoradas en su justa dimensión. Nos referimos a la presentación ante la Justicia de un amparo constitucional mediante el que recurre a la “objeción de conciencia” para no realizar el servicio militar obligatorio”.
Con esas palabras, en este espacio editorial nos referíamos hace casi tres años, en diciembre de 2015, a la iniciativa de un joven en edad de “servir a la patria” desde un cuartel, quien se negó a hacer el servicio militar. Arguyó para respaldar su posición que es pacifista, que no cree en la mentalidad guerrerista de las FFAA, y que el texto constitucional en actual vigencia ampara su derecho a hacer prevalecer sus convicciones frente al carácter obligatorio que en nuestro país se da al servicio militar.
“Por muchas razones, la importancia del caso trasciende con mucho lo estrictamente legal pues (...) esta es la primera vez que la objeción se basa simplemente en un acto de consciencia individual. Y eso bien puede marcar un hito de grandes consecuencias sobre el futuro de una de las prácticas más cuestionables en nuestro país”, decíamos más adelante al comentar el caso.
La perseverancia con que el ciudadano José Ignacio Orias defendió su causa, llevándola incluso a estrados internacionales, ha dado buenos frutos. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha notificado al Estado boliviano la tramitación de la denuncia, lo que abre paso para que esta opción se implemente en el Estado boliviano como una alternativa al cuartel.
Esa es una buena noticia por dos razones. Primero, porque si hay una disposición obsoleta es la del servicio militar obligatorio y es encomiable todo lo que contribuya a eliminarla. Y segundo, porque es un ejemplo del potencial transformador de la realidad que puede llegar a tener la solidez de principios, la firmeza de la voluntad y la tenacidad de los esfuerzos.
Sin embargo, no puede pasar inadvertido un aspecto negativo del caso. Y es que desde que planteó su demanda, hasta ahora, han brillado por su ausencia las voces de apoyo y solidaridad con la causa enarbolada por Orías. A pesar de que, como es bien sabido, son miles los jóvenes que por uno u otro motivo se oponen al servicio militar obligatorio pero calladamente se someten a una de las costosas fórmulas legales que se han inventado para eludirlo.
A pesar de ello, es de esperar que esta experiencia sirva para eliminar el carácter obligatorio del servicio militar y sustituirlo por otro tipo de servicios más productivos y humanitarios.