Contaminación acústica entre las tareas pendientes
Uno de los resultados positivos de jornadas como las de ayer, en las que se establece una relación especial entre las personas y el medioambiente, es que generan condiciones favorables a la toma de consciencia y la reflexión colectiva sobre algunos de los temas más directamente relacionados con la calidad de la vida cotidiana.
Entre esos temas, además de la basura, se destaca el relativo a la contaminación acústica. Es un problema que contribuye de manera notable al aumento del estrés individual y por consiguiente de las tensiones en las relaciones entre las personas, por lo que la necesidad de promover su reducción ya ha sido incorporado a la lista de prioridades en las principales ciudades del mundo.
En lo que a la basura se refiere, alguna mejora se ha podido ver ayer. Y aunque todavía es mucho lo que falta por hacer, principalmente en lo relativo al radical cambio de hábitos de la gente que se necesita, por lo menos ha habido algunas iniciativas que apuntan a esa dirección.
No puede decirse lo mismo sobre la contaminación acústica. Eso a pesar de que hace más de dos años la Alcaldía Municipal presentó entre sus principales propósitos el lanzamiento de una campaña de educación ciudadana para hacer frente al problema, el tiempo transcurrido ha sido más que suficiente para demostrar que nunca se pasó de las buenas intenciones.
El resultado de esa negligencia ante el tema se lo sufre a diario pero se hace especialmente intolerable en jornadas como la de ayer cuando en muchos puntos de la ciudad se instalan equipos de amplificación que emiten ruidos ensordecedores. Uno de los factores causantes de ese mal es la desfachatez con que muchos locales comerciales recurren a los ritmos musicales más bulliciosos para atraer la atención de eventuales clientes ante la pasividad de quienes tienen el deber de hacer cumplir las normas vigentes sobre el tema.
Frente a la ausencia de una política municipal encaminada a luchar contra ese mal, este tiende a agravarse con cada año que pasa y ya puede ser identificado como uno los muchos factores que confabulan contra la calidad de vida de las personas.
Y aunque poco a poco nos vamos acostumbrando al bullicio cotidiano, lo cierto es que no por haber insensibilizado nuestros sentidos, en este caso el oído, dejamos de sufrir los daños que la contaminación acústica causa a nuestra salud física y mental.