Relaciones con Perú, un acierto gubernamental
La exitosa realización, el pasado viernes del IV Encuentro Presidencial y reunión de Gabinete Binacional entre Perú y Bolivia, ha confirmado por cuarta vez que un acierto de la actual gestión gubernamental ha sido el giro positivo que ha dado a las relaciones diplomáticas con el país que por razones históricas y culturales es el más cercano de nuestros vecinos.
Esa es una buena noticia, pues son tantos los intereses comunes entre ambos países que no tenía ningún sentido el distanciamiento que se impuso durante casi 10 años, hasta junio de 2015, cuando en Puno se llevó a cabo el I Encuentro Presidencial y Gabinete Binacional. En esa ocasión se sentaron las bases de lo que ya es un proceso bien encaminado y no, como se temía al principio, sólo una expresión de buenas intenciones.
La decisión de llevar a la práctica el ya antiguo proyecto de habilitar el puerto de Ilo para el comercio exterior boliviano, y seguir avanzando en el proyecto del tren bioceánico a través del altiplano boliviano, son sin duda los dos emprendimientos comunes más importantes, pero no los únicos.
En medio de todas las tareas que están siendo encaradas por ambos países, se destaca el proyecto del Corredor Ferroviario Bioceánico de Integración (CFBI), cuya concepción y maduración es íntegramente atribuible a la perseverancia con que el gobierno nacional salió al paso de la decisión del gobierno de Ollanta Humala de aceptar la propuesta presentada por China para unir ambos océanos a través de la Amazonia, dejando fuera a Bolivia.
Cabe recordar que en diciembre de 2014, cuando se hizo público ese proyecto, la reacción del gobierno boliviano fue oportuna y ágil, pues de inmediato puso en marcha una muy efectiva acción diplomática para promover como mejor alternativa el proyecto Corredor Ferroviario Bioceánico Central.
Otro aspecto que merece ser reconocido, destacado y respaldado de la manera como el gobierno boliviano está reencausando nuestras relaciones con Perú es que el Presidente Evo Morales ha sabido separar las comunes necesidades prácticas que unen ambos países de las las diferencias ideológicas que separan a ambos gobiernos. Certera actitud que, consideramos, debiera ser aplicada también en nuestras relaciones con otros países de la regiòn y del mundo.