La suerte está echada. Evo no suelta el poder
Cuando Jesús ha muerto en la Cruz y el centurión comprueba el extremo, se sortean entre los soldados tu túnica blanca, aunque teñida por su sangre derramada desde la coronación de espinas, los azotes atado a una columna en casa de Poncio Pilato y el ascenso al calvario. Después del sorteo San Juan copia la frase “la suerte está echada”, que es igual a “todo está consumado”, o como diríamos en nuestro diario lenguaje, no hay más nada que hacer.
Este parece el momento cúlmine en la historia de Bolivia “voy a las primarias por mandato del pueblo y de la Corte Electoral” (Evo Morales, LP sept. 2018) aunque con todo derecho, la ciudadanía se pregunta: ¿cuál pueblo? ¿El mismo que dictaminó lo contrario aquel memorable 21 de febrero 2016? Y acto seguido, ¿qué tiene que ver el organismo electoral con una decisión suya de repostularse? Si es evidente que el órgano electoral visitó a Morales, no en Palacio como habría sido de desear en visita oficial, sin nada que ocultar, sino en la residencia y al parecer obedeciendo a su llamado, lo que resulta inaudito, inverosímil, indebido y al margen de la Ley. Su atributo no llega a tal punto.
La declaración masista equivale poco menos que a “una declaración de guerra”. La historia está de acuerdo cuando recuerda que “La Paz, es cuna de héroes y tumba de tiranos” y nos trae a cuenta el final de Melgarejo o Villarroel, quien fue sacado del tercer piso del Palacio Quemado y arrojado su cuerpo a la calle Ayacucho y de allí colgado de un farol en Plaza Murillo, un acto cruel y despiadado que podría servir de ejemplo y escarmiento.
Lo ocurrido en La Asunta (versión documentada de exofical de Ejército) ha sido un vulgar asesinato de dos campesinos con disparos con la cabeza, de cerca, que ha provocado tal reacción que los asunteños han marcado 100 kilómetros a pie, llegaron a la Plaza San Francisco y han planteado sus demandas con firmeza. No están dispuestos a olvidar fácilmente los asesinatos de sus camaradas.
El episodio es por el momento corolario de todo un proceso de cabreo que va en aumento y que rubrica el Jefe del Estado al anunciar que “irá a las primarias”, la nueva trampa tendida al pueblo en el imparable capricho de repetirse en el poder, pese a todas las señales en contra.
El autor es periodista.
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