Empresas chinas, modelo de arbitrariedad
A la ya muy larga lista de acusaciones que pesan sobre las empresas chinas que desde hace algunos años operan en nuestro país, se ha sumado durante los últimos días el conflicto laboral ocasionado por la sistemática violación de normas laborales cometida por la empresa Sinohydro.
El tema no es nuevo. Por el contrario, ya suman varias decenas los casos denunciados y ampliamente documentados sobre la ligereza con que muchas empresas chinas violan sistemática e impunemente las normas vigentes en nuestro país. Los casos de desacato de lo que mandan las normas laborales y ambientales son los más graves y comunes, pero hay otras transgresiones que no por ser menores son menos merecedoras de una rigurosa investigación.
En efecto, como es fácil recordar, la empresas Sinohydro, exactamente igual que otras empresas de origen chino, ha sido con mucha frecuencia motivo de conflictos con sus contratantes y sus trabajadores por temas tan diversos como la vulneración de la Ley de Higiene y Seguridad Ocupacional, malos tratos a los trabajadores, falta de alimentación y por incumplimiento de acuerdos suscritos con sus empleados. Son también muy frecuentes las informaciones que salen a luz pública por la mala calidad de las obras y también por el incumplimiento de los términos contractuales.
En el caso específico de Sinohydro, la lista de antecedentes negativos es especialmente ampulosa. Y no sólo en nuestro país, pues en otros países de la región donde tuvo que afrontar gravísimas acusaciones por sus malas prácticas. Se destaca la mala experiencia que tuvo Ecuador con esta empresa.
Para empeorar el panorama, una característica común de todos los contratos suscritos entre diferentes empresas estatales y las empresas chinas es que son por lo general resultado de negociaciones nada transparentes. Se trata por lo general de adjudicaciones directas, sin que se hagan públicos ni los términos de referencia ni las condiciones contractuales y mucho menos los criterios que guían tan generosa distribución de millonarios contratos.
Tal situación, alarmante de por sí, lo es mucho más si se considera que la mala experiencia que está sufriendo Bolivia no es una excepción ni mucho menos. En efecto, los principales organismos internacionales, sobre la base de una evaluación de las actividades de empresas chinas en países de Asia, África y América Latina han expresado su preocupación.
El reciente caso de Sinohydro no es pues, ni mucho menos, algo excepcional sino sólo una manifestación más de una manera de operar que está causando enormes daños a nuestro país ante la notable condescendencia con que actúan las diversas reparticiones estatales.