Reservas de hidrocarburos
No ha sido la primera semana de agosto, como anunció el Presidente a.i. de YPFB, sino la última como aclaró un Vicepresidente de la empresa estatal, que se hicieron conocer las cifras de las reservas nacionales de hidrocarburos a diciembre de 2017. ¡Al fin! Han transcurrido cuatro años de falta de información oficial, solo comentarios y estimaciones muy contradictorias.
En esta ocasión, YPFB acompañado del consultor que realizó el trabajo de certificación de reservas, ha presentado las cifras de reservas de gas y de petróleo catalogadas como probadas (P1), probables (P2) y posibles (P3). Parecería que con el antecedente del estrepitoso y vergonzoso despido de DeGolyer & MacNaughton (DM), todavía en la empresa estatal sigue vigente la tradición de la Edad Media, que cuando las noticias son malas se mata al mensajero. Esto explicaría las cifras de reservas al 31 de diciembre del 2017 que se han dado a conocer: Reservas Probadas (P1) 10.70 TCF (Trillones de pies cúbicos), Probables (P2) 1.8 TCF y Posibles (P3) 2.2 TCF.
Para un análisis y lectura cuidadosa de estas, es conveniente tener en mente que se ha publicado un informe oficial el 2009 y otro el 2013 antes del actual. Así tenemos que para el 2009 las P1 eran 9.9 TCF y para 2013 10.45 TCF.
Desde el 2013 consumimos 0.8 TCF de gas por año entre exportación y mercado interno. Por otro lado, no se ha tenido descubrimientos importantes que hubieran aumentado las reservas en ese lapso. Por tanto llama mucho la atención que habiendo consumido por lo menos 3.2 TCF, las reservas probadas (P1) actuales comparadas con las del 2013, son casi iguales, mostrando solo una diferencia de 0.25 TCF. Sin embargo, las P2 del 2017 comparadas con las del 2013, muestran que ha habido una disminución de 1.7 TCF. Parecería que la reposición de esos 3.2 TCF utilizados ha sido efectuada con pequeños incrementos de reservas en campos productores y además con la transferencia de reservas P2 del 2013 a P1 del 2017. Esto último es casi un juego contable de cifras y no una realidad física.
Con relación a las reservas de hidrocarburos líquidos, en igual forma que con las de gas natural, se puede ver que las P1 del 2013 y las del 2017, son prácticamente iguales. En cambio las P2 del 2013 bajan de 72MMbl a 57MMbl al 2017, mostrando igual que en gas que también aparentemente se ha efectuado una especie de ajuste contable.
Es criticable que YPFB haya presentado estas cifras sin una debida explicación para evitar conjeturas sobre la naturaleza de las mismas. YPFB debe ser llamado a una petición de informe escrito en el Legislativo, donde tendrá que aclarar todas estas inconsistencias en cuanto a volúmenes.
De todas maneras, el informe es importante para orientar nuestra política petrolera.
La primera realidad que debemos aceptar es que en términos petroleros nuestra industria de hidrocarburos es modesta, pequeña en gas natural y casi inexistente en petróleo.
Los momentos actuales son totalmente diferentes a los de principios de siglo cuando asumió el mandato el actual gobierno. La infraestructura estaba construida y estábamos iniciando el contrato de exportación de gas más grande que ha tenido el país. Se habían descubierto los primeros megacampos y se tenía la certeza de la existencia de otros similares. Los precios de los hidrocarburos estaban de subida así que todo auguraba una época de oro como la que hemos tenido. Ahora todas esas condiciones ya no existen.
En el siglo XXI hasta la fecha, no hemos podido incrementar nuestras reservas a las que heredó el gobierno actual. (15-20 TCF). El mercado interno ahora es muy importante y su consumo alcanza a más o menos 0.2 TCF por año. El próximo año termina el contrato de venta de gas a Brasil y no existen señas de grandes incrementos en los precios internacionales de hidrocarburos. Por tanto, debemos adoptar políticas moderadamente optimistas porque todavía existe un gran potencial de hidrocarburos en el país, ya que hasta la fecha toda la producción ha sido del área tradicional.
Con las reservas probadas existentes a fines del 2017, podemos cumplir con la finalización del contrato a Brasil, el contrato con Argentina hasta 2027 y mantener nuestro consumo interno de gas. Se debe estimular la utilización de combustibles automotores líquidos como el etanol y el biodiesel porque nuestras reservas de petróleo son exiguas y alcanzarían a cubrir nuestra demanda por 8 a 9 años. No sería nada prudente adquirir grandes compromisos de exportación sin un incremento sustantivo de reservas de gas en los próximos años.
Finalmente, nuestro primer intento de industrializar el gas elaborando fertilizantes nitrogenados (urea – amoniaco), es hasta la fecha un desastre. Esta última etapa en el desarrollo de la industria petrolera debe ser cuidadosamente acometida teniendo las reservas de gas suficientes, capacidad de producción y mercados para el gas y los derivados.
El autor es ingeniero petrolero y analista energético.
Columnas de CARLOS MIRANDA PACHECO