La formación docente y la ley “Avelino Siñani–Elizardo Pérez”
Hace unos días expuse algunos criterios sobre un artículo que en su título hablaba de la formación docente como el “talón de Aquiles de la Avelino Siñani”; con la respuesta y la correspondiente réplica, comprendí que en realidad no se trataba de un debate sobre formación docente sino del cuestionamiento que actualmente se hace a las tradicionales formas de cursos y capacitaciones a los docentes –cuestionamiento que no sólo nos hacemos en Bolivia sino en todos los sistemas educativos– vinculándolos a los resultados de las mismas en la mejora de los procesos y resultados educativos. Sobre el tema se viene trabajando desde 2016, en Bolivia, con acciones concretas buscando la pertinencia para nuestro contexto y existe abundante bibliografía al respecto. Comprendí además que el debate teórico, si bien es necesario, no es lo que realmente aporta a la mejora si se tienen posicionamientos irreductibles. Por lo antes dicho, me pareció innecesario seguir argumentando.
Lastimosamente en estos días salió un nuevo artículo, de otro autor, con el mismo desafortunado título (bis), esta vez más apasionado que argumentativo. Pese a lo innecesario del mencionado texto me veo en la obligación de puntualizar algunos aspectos:
Primero, los artículos “coincidentes” –no sólo en el enunciado sino también en la intencionalidad– tienen un título desmesurado respecto a su argumentación y a la idea que luego intentan subrayar: no es lo mismo hablar de formación docente en el marco de la actual ley educativa (que comprende la formación inicial, continua, postgradual y complementaria que, además debe estar articulada a políticas de profesión docente –salarios, financiamiento, carrera docente, condiciones laborales, etc.–) que hablar de la necesidad de centrar la atención, ahora en las modalidades, para que la formación de maestros en servicio generalice sus efectos en la práctica docente. El título “coincidente”, entonces, es desmesurado (ahora doblemente) respecto a la idea que se argumenta en realidad.
Nuestra posición al respecto es la “y”, no sólo la “o”: La formación de maestros en servicio debe garantizar cursos y oportunidades formativas “y” debe articularse a estrategias y modalidades que permitan el apoyo en la práctica y desde la práctica docente.
Segundo; expuesta nuestra posición respecto al “novedoso” tema que incorporan los artículos “coincidentes”, queda por decir que este breve diálogo que se generó gracias a este medio, resultó improductivo toda vez que ni los autores “coincidentes” renunciarán a sus posiciones e intencionalidades ni mi persona renunciará a hacer cualquier análisis, partiendo de los avances ya realizados y, a partir de éstos, seguir trabajando: Este gobierno ha logrado en todos los ámbitos, en general, y en educación y profesión docente (no sólo de formación docente), en particular, lo que no se hizo en décadas. Hoy sí tenemos una estructura de formación docente sólida e integral. Hoy, el Estado se ha hecho cargo integralmente de la formación docente y ha venido fortaleciendo sus capacidades técnicas y operativas que le permiten seguir avanzando, hoy todos los maestros en servicio y los futuros maestros proyectan su carrera profesional contando con que tendrán las oportunidades de fortalecerse profesionalmente en todas las etapas de su vida profesional, hoy la percepción social de la profesión de maestro y la autopercepción de éstos es muy positiva. Hemos avanzado mucho, a partir de ahora todo es mejorar, fortalecer y perfeccionar.
El autor es Director General de Formación de Maestros del ministerio de Educación del Estado Plurinacional de Bolivia
Columnas de FERNANDO CARRIÓN JUSTINIANO