Trump a la derecha, Evo a la izquierda
No. No abordo algún entrevero sexual de moda, que tal vez incluiría a Stormy Daniels detrás de Donald Trump y de Gabriela Zapata en la espalda de Evo Morales, con impasibles chinos a cargo, fueran estos los millardos que detentan en bonos estadounidenses, o los jugosos arreglos logrados con revolcones de una rubia teñida. Sería un curioso sándwich en que la historia actual tiene a un bocón millonario, populista de derecha en la mayor economía mundial, y un falso “primer Presidente indígena en América Latina”, populista de izquierda en la pobre Bolivia.
Hablo del remezón que un Trump furioso calificó como “traición”, que provocó uno más de sus cercanos asociados que se desmarcó de su Gobierno. Movió al New York Times a la rara publicación del anónimo ensayo opinando que muchos de sus funcionarios de peso están “serruchando” para frustrar el programa de Trump y los efectos de sus desatinos, que le hacen “poco serio, conflictivo, impetuoso e incompetente”. Afirmó ser uno de ellos.
Cuando estas líneas se publiquen, harán días que ya no serán segmentos los del libro de Bob Woodward “Fear: Trump in the White House” (2018). El gran periodista es más conocido por su coautoría con Carl Bernstein de “All the President’s Men” sobre el escándalo Watergate. No son sus únicas obras. Citaré otros libros que ha escrito. En 1999, “Shadow, Five Presidents and the Legacy of Watergate”; en 2002, “Bush at War”; en 2005, “The Secret Man: The Story of Watergate’s Deep Throat”, también con Bernstein; en 2007, “The Agenda: Inside the Clinton White House”; en 2012, “The Price of Politics”; “The Brethren: Inside the Supreme Court” (con Scott Armstrong, 2011). Con Carl Bernstein, “The Final Days” (2013), sobre los últimos días de Nixon en la Casa Blanca; “Plan of Attack”, subtitulada “la definitiva narración de cómo y por qué el Presidente George W. Bush, su gabinete de guerra y sus aliados invadieron Irak”, en la más controvertida guerra desde su derrota en Vietnam. En 2010 escribió “Obama’s Wars”, un retrato de la Guerra de Afganistán, la campaña secreta en Pakistán y la lucha mundial contra el terrorismo. En 2015 publicó “The Last of the President’s Men” sobre Alexander Butterfield, que reveló grabaciones secretas de la Casa Blanca que derivaron en la renuncia de Nixon.
Conjeturo sobre quién será el Woodward de Bolivia. El miedo desanima a muchos, pero quizá será un lobo solitario, porque hasta uno por ahí ha publicado una ficción histórica, con pseudónimos y todo, sobre una víctima del acoso judicial –José María Bakovic–, que sufrió la forma de terrorismo de Estado que se rinde a la borrachera de poder y da rienda suelta a la corrupción. Por otra parte, anula la oposición política en Bolivia, a pesar de que la mayoría dijo No al prorroguismo de la casi dictadura de Evo Morales.
Me pregunto cuánto de Woodward ha leído un jefazo con más de 20 doctorados “honoris causa”; otro que es impostor de título académico de universidad mexicana; el contrabandista de 30 y tantos camiones; el “mariscal” de Chaparina; las “originarias” rateras de indígenas del Fondioc; el matutero “héroe de la reivindicación marítima”, etc.
¿Existe diferencia entre el populista de derecha en Estados Unidos, y el populista de izquierda en Bolivia? Claro que sí. La clave es la solidez institucional y la coraza contra el desgobierno provista por un electorado ilustrado. En el léxico del “socialismo del siglo 21”, esa es cuestión relativa en “el imperio” y una de sus “colonias”: Bolivia. (A menos que traguemos el papo de que en un par de años estaremos al nivel de Suiza).
Sin embargo, aún en democracia en ambos países hay agujeros en instituciones y grados de ignorancia en el electorado. En EE.UU pueden meter mano en jueces y la Corte Suprema. Sus últimas elecciones muestran posible manoseo del proceso electoral, tanto externo como interno. En Bolivia es evidente el mayor peso del Poder Ejecutivo frente a un Legislativo de levanta manos y una justicia obediente a cualquier orden de arriba. ¿Acaso condenan al homólogo de Lula da Silva?
Resigno el ideal de lectura de sesudos libros por los que gobiernan Bolivia, porque pocos leen en este país de ignorantes. La cosa no es que la gente deletree su nombre o firme algún garabato. La erradicación del analfabetismo es tan ilusoria como el éxito en la lucha contra el narcotráfico. Sin ir más lejos, la huella digital es más fiable y hasta la identificación ocular es usual.
Ser culto es ser capaz de discernir, porque hasta el abecedario se oxida con el desuso, como casi todo.
El autor es antropólogo
win1943@gmail.com
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