Autocrítica urgente
Una vez más, lo que demuestra que estamos ante un problema estructural y no circunstancial, la conmemoración de la efeméride del departamento nos encuentra a los cochabambinos con más motivos para la preocupación que para la esperanza. Es que durante el año transcurrido desde el pasado 14 de septiembre no hemos logrado cerrar la brecha que se abre y se amplía año tras año entre nuestras necesidades, expectativas y aspiraciones y los resultados que obtenemos.
Entre los ejemplos de lo dicho, el del agua es sin duda el más ilustrativo. Es que si bien es cierto que por fin se ha iniciado la acumulación de agua en la represa de Misicuni y en algunas zonas ha mejorado notablemente la cantidad de agua disponible, no es menos cierto que eso poco significa para la inmensa mayoría de la población que sigue dependiendo, como hace tres décadas, del mercado informal de agua para abastecerse. La sencilla razón de tal absurdo es que la dotación a nuestra ciudad de una red de distribución de agua potable y alcantarillado no está entre las prioridades.
La falta de una red de alcantarillado, de un sistema de tratamiento de aguas servidas, de recojo y procesamiento de la basura o la inexistencia de políticas públicas para resolver el colapso del sistema de transporte público, entre otras urgencias propias de una ciudad moderna, son otras muestras de lo muchas y grandes que son las tareas que los cochabambinos tenemos pendientes y no logramos afrontar.
Paradójicamente, la agenda de prioridades regionales tuvo durante los últimos dos años por el deseo de ser sede durante 11 días de los Juegos Deportivos Suramericanos, para lo que se gastó una suma cuya real magnitud sigue siendo un misterio, pero se calcula que superó los 500 millones de dólares. Ahora, como era de temer, nadie se hace cargo de dar alguna utilidad a las obras construidas.
Las ingentes sumas derrochadas por la Alcaldía Municipal en nombre de la seguridad ciudadana; la sede de Unasur en San Benito, el monumental estadio de Villa Tunari, entre muchos otros, son algunos de los más elocuentes ejemplos de lo dicho.
Mientras tanto, la falta de dinero es el principal argumento que se esgrime para justificar la falta de una red de agua potable y alcantarillado en la conurbación metropolitana, de plantas de tratamiento de aguas servidas y basura. O para que el río Rocha deje de ser la alcantarilla urbana a cielo abierto más grande del continente.
En tales circunstancias, lo menos que podemos hacer los cochabambinos de hoy es preguntarnos si no será necesario y conveniente revisar nuestro rumbo y reunir el valor necesario para rectificarlo.