Insultos millonarios
Durante el acto de entrega de la planta solar fotovoltaica, en las proximidades de Uyuni, el presidente Evo Morales repitió que le falta tiempo para entregar obras. Y decimos “repitió” porque esa es una de sus frases recurrentes. La pronuncia con frecuencia porque parece que se trata de una estrategia: mientras más la repita, más se le fijará a la gente.
Y no vamos a replicarle porque la verdad es que, si uno ve las cifras, hay que admitir que son muchas las obras que se entregan diariamente. El detalle es que algunas son costosas –y hasta costosísimas– y no justifican su inversión.
El ejemplo más conocido es el del nuevo palacio de gobierno al que el Gobierno bautizó como “Casa grande del pueblo”. No importa cuánto se justifique, esa torre de cemento que se levanta en pleno centro paceño, contradiciendo el entorno arquitectónico que representan San Francisco y la Plaza Murillo, es un adefesio que no se justifica en un país que necesita hospitales oncológicos con más urgencia que edificaciones ostentosas.
En esa misma línea está el denominado “Museo de la Revolución Democrática y Cultural” que se construyó en Orinoca, con el expreso propósito de complacer el ego del presidente Evo Morales. Costó 7 millones de dólares y, al ritmo de visitas que recibe –en un lugar alejado de centros urbanos con servicios turísticos– tardará años en cubrir su costo de construcción, sin tomar en cuenta el de mantenimiento.
A esas edificaciones ahora se suma el edificio de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) que fue construido en Cochabamba con la elefantiásica suma de 60 millones de dólares. El gran detalle de esta obra es que fue ejecutada pese a que la mitad de los miembros de Unasur suspendieron temporalmente su participación en ese organismo y uno incluso se retiró definitivamente, todo en desacuerdo con la presidencia asumida por Bolivia que, en resumidas cuentas, significa la presencia mandante de Evo Morales. Tan poca importancia se le da al edificio que ningún país mandó representantes al acto inaugural. Quizá por justificar en parte el tremendo gasto, el Jefe de Estado dijo que los matrimonios y las promociones pueden usar el edificio, igual que se está haciendo con el nuevo palacio de La Paz.
Tanto gasto es un país con necesidades vitales insatisfechas es un insulto a la inteligencia de los bolivianos con el agravante de que las obras demandaron la inversión de varios millones de dólares.