¡Cuidado con las estafas de aquí y de afuera!
La estafa, según el Diccionario de la Academia Española de la Lengua, es un delito consistente en perjudicar patrimonialmente a un tercero mediante engaños y con ánimo de lucro. La gama posible de estafas es grande y va desde el llamado “cuento del tío” hasta el no pago de una obligación contraída. Todos nosotros nos enteramos cada tanto de la avivada del boleto de lotería presuntamente “premiado” y que fue vendido por “urgente necesidad” y con “descuento” para que sea cobrado luego de unos días. Pronto el estafado de turno se dará cuenta de que su plata voló hacia otras latitudes, pues no había tal premio. Como esas estafas hay muchas más fruto del ingenio criminal y de la inocencia o buena fe del estafado. Por eso conviene no entusiasmarse ante lo que parece ser una ganancia fácil, tampoco entregar dinero ni bienes sin tener antes respaldos suficientes.
A nivel global, las estafas nigerianas (por venir casi siempre de ese país) se han cobrado muchas víctimas al ofrecer el “pronto envío” de una gran cantidad de dinero, pero antes debía hacerse un pago “formal” para acelerar trámites o algo por el estilo. En su momento el codicioso ingenuo de turno envía el dinero solicitado y luego viene el silencio de la otra parte; cobrada por los estafadores la suma enviada como “anticipo”, el esquilmado de turno nunca volverá a saber de su “contacto” en Nigeria ni del banco que supuestamente le giraría la prometida fortuna. Abundan casos de este tipo. No sólo en el país africano ha cundido este tipo de tramoya; ahora la gente recibe casi diariamente correos electrónicos con promesas monetarias que aparentemente vienen de Google, bancos conocidos y reputadas entidades. No hay que ceder jamás ante esas situaciones, ya que se corre el riesgo de ser estafado o también se puede realizar una suplantación de identidad si hubo entrega de copias de documentos personales. Además, los datos que los delincuentes cibernéticos mandan a las potenciales víctimas siempre son irreales, no son de ninguna entidad seria. El ambicioso que sin investigar ni consultar cae en las redes, perderá su plata y cuando tome conciencia de la costosa tomadura de pelo estará impotente, nada podrá hacer.
Otras veces se estafa al garante de buena fe, que por ayudar a un familiar o a un amigo entrega parte de su patrimonio como garantía, confiando en el parentesco o en la amistad y termina sufriendo una debacle financiera si el deudor primario no paga la deuda. Este tema se ha dado con tarjetas de crédito y también con inmuebles o bienes muebles, que se pierden irremisiblemente cuando el adquirente del crédito no honra sus obligaciones y lo deja al garante “colgado”.
Debe tenerse recato en todo tipo de transacciones, desconfiar de altos intereses o ganancias que se ofrecen como anzuelo y jamás entregar copias de documentos de identificación a nadie que no sea de absoluta confianza. Asimismo, no divulgar contraseñas personales, mucho menos tentarse con avisos que prometen “ganancias” contra el envío de datos. Hay que ser siempre desconfiado ante ofertas de grandes negocios u “oportunidades”. Lamentablemente, mucha gente de buena fe cae en manos de avezados delincuentes que saben cómo explotar ingenuidad y codicia. Cuesta mucho hacerse de un patrimonio y es muy fácil perderlo si no se toman las precauciones apropiadas. Los estafadores andan a la par con la tecnología y son sofisticados; las clonaciones de tarjetas o cuentas son pan de cada día. Para concluir: sean siempre prudentes y escépticos, para no terminar llorando por un descalabro financiero al no haber tomado precauciones.
El autor es ex Canciller de Bolivia, Economista y politólogo
www.agustinsaavedraweise.com
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