Bolivia en el mapa del hambre
La reciente publicación de un informe titulado "La seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo" elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y otras agencias, se ha sumado a la cada vez más abundante cantidad de datos que indican que en Bolivia estamos cometiendo graves errores al establecer nuestra escala de prioridades a la hora de destinar los recursos con que contamos.
El dato al que nos referimos es muy revelador. Indica que el ranking del hambre en Latinoamérica está encabezado por Bolivia (con el 19,8% de su población subalimentada), seguido por Nicaragua (16,2%) y Guatemala (15,8%). Y si bien es cierto que, como lo indica el mismo informe, Bolivia es el país que más ha disminuido sus niveles de subalimentación, no es menos cierto que las mejoras van a un ritmo muy inferior de lo que se podría lograr si se pusiera la seguridad alimentaria de nuestra población en un lugar privilegiado de la agenda de políticas públicas.
Paradójicamente, al mismo tiempo que encabeza el ranking de la subalimentación, Bolivia también se destaca entre el muy privilegiado grupo de países con mayor potencial agropecuario. Está entre los que más rápidamente ve avanzar su frontera agrícola sobre sus bosques y selvas. También, y al mismo tiempo, está entre los que año tras año ve crecer su dependencia de la importación de alimentos.
Según coinciden los expertos en materia alimentaria, tal situación se debe a muchos factores, pero hay uno principal. Es que Bolivia es uno de los países más vulnerables al cambio climático. Grandes olas de sequía en algunas temporadas del año y regiones del país suelen ser seguidas por no menos devastadoras inundaciones, problemas climáticos a los que durante los últimos años se han sumado vientos huracanados hasta hace poco desconocidos en nuestro territorio.
A ello se suma una tendencia que se consolida con cada año que pasa: casi al mismo ritmo al que se expande la frontera agrícola y aumenta el valor y volumen de las exportaciones de alimentos, crece también nuestra dependencia de la importación de alimentos.
Todos esos factores ya son bien conocidos, pero, a pesar de su importancia decisiva sobre el futuro de nuestro país y el bienestar de sus habitantes, se mantienen relegados en un lugar muy secundario de la lista de tareas pendientes y desafíos que se deben encarar.