Fernando Andrade Ruiz
Corrían los años noventa, una bachiller recién estrenada, a la que las pruebas de aptitud profesional habían dictaminado que podía ser arquitecta o comunicadora social, arribó como muchos otros chicos de su edad al primer campus de la Universidad Católica Boliviana “San Pablo”, para averiguar lo que era la carrera de Comunicación y tuvo su primera entrevista con Fernando Andrade Ruiz, el director de carrera. En pocas ocasiones, para ese tiempo, una tenía un encuentro con alguien apasionado por una vocación. Entonces, algo se movilizó y menguó ante la inicial indecisión. Ese también sería su camino.
Así los años transcurrieron Fernando Andrade también fungía como docente, y como muchos otros universitarios tuve la oportunidad de integrar la tarqueada de “La Cato” y muchos de nosotros tuvimos la posibilidad de realizar algunas minigiras por el valle alto, junto al magister Andrade, que por primera vez, impulsó esto de viajar a los pueblos llevando la música y el baile, siendo parte de eso que era más que una denominación, era nuestra comunidad, nuestro sitio bajo el sol. Recuerdo así una Universidad que era como una puerta, un lugar donde la ciudad no cabeceaba de hastío, un espacio desafiante, muchas veces intimidante por la cantidad de cosas que uno desconocía, pero definitivamente era el lugar intenso, donde confluían todas las curiosidades, intensidades y sueños.
Luego de salir de la UCB, el mundo nos llevó a todos por caminos diversos, pero con esa simiente clavada en lo más hondo, ahí donde a pesar de las circunstancias, la impronta de algo que es más que un eslogan, sí “el veritas in caritate” eran ya, parte del equipaje, un bagaje que de muchas formas se materializó en nuestros respectivos ejercicios profesionales. Lo sé porque soy testigo de esta vocación en mis colegas y compañeros de este viaje.
Si bien el camino se hace al andar, en esta ruta mucho le debemos a Fernando Andrade, quien ha caminado por esos caminos abriendo la senda y no solo como destacado académico, periodista, investigador, sino como escritor, como creador de la radio Kanchaparlaspa, como coordinador musical del grupo Clavelito, integrado por estudiantes de la Universidad para el Adulto Mayor de la UCB. Y también como un jugador de fútbol y fanático del club The Strongest. Actualmente está empeñado en aprender a tocar el saxofón, cosa que no dudo que logre y que además en ello lleve la misma pasión que es el motor vital que sabemos lo moviliza.
Este 26 de septiembre en un acto especial en el auditorio de Tupuraya, Fernando Andrade ha recibido, en una emotiva ceremonia, la medalla San Pablo, por todo ese camino que abrió al andar. Como dicen que estamos hechos del mismo material con el que se hacen los sueños, ahí estuvieron familiares, compañeros del colegio San Calixto donde cursó sus estudios iniciales, diversas generaciones de egresados de la carrera de Comunicación Social, amigos y un público que no dudó brindarle un gracias en cada aplauso, porque volver a ver a nuestro maestro nos hizo recordar que hay personas que nos marcan a fuego, que son la extensión de sus palabras, que en ellos vemos que sí es posible la materialización de las utopías. Para cada uno de nosotros los que estamos y los que vendrán, este ha sido un merecido homenaje, una noche para guardarla en la memoria, y me sumo a toda esa infinitud de generaciones que manifestamos nuestro agradecimiento a este gran maestro.
La autora es escritora
Columnas de CECILIA ROMERO