Diáspora latina
Los vejámenes en el curso de la historia de la humanidad no han cesado; los motivos son diversos, se encuentran registrados como resultado del barbarismo de las religiones, la violencia de las realezas imponiendo sus decisiones dictatoriales y sus necesidades de contar con esclavos baratos, útiles y desechables, gobiernos con regímenes de fuerza para imponer sus mandos necesarios, porque así dice el libreto social de las izquierdas y derechas, al amparo de salvar las voces de las mayorías, etc, etc.
Ante una arremetida de esa naturaleza, los grupos ultrajados tomaron la acción de la búsqueda de nuevos aíres y suelos, antes de ser aniquilados, prefiriendo el abandono de lo construido, y dando rienda suelta al “desapego” de las raíces, para intentar seguir viviendo y dar un sentido a su existencia, comprometiéndose consigo mismo y con sus descendientes, para justificar lo que trajeron al mundo.
Así se enrolaron judíos, africanos, asiáticos, europeos, en una diáspora que modificó sus vidas, su relacionamiento, su inclusión en el planeta, ya que es cierto que las fronteras, y las organizaciones estatales, poco permiten a quienes no son nacionales de esos países; hoy, expectamos la diáspora venezolana, que entristece a los humanos con sentimiento, al extremo de haberse levantado una sola voz en el concierto de naciones, que rechazan la política comunista del gobierno de Maduro, que a más de demostrar total incapacidad en el manejo del Estado, ha destruido las sólidas bases económicas, de un país que en el pasado, era una muestra de solidez y riqueza.
Casualmente Maduro Moros, sigue en la adolescencia de la política económica y política social, provocando un éxodo de millones de personas, que deben obligarse a huir del desconcierto, del hambre, de la persecución, de la violencia y quien sabe de la muerte, que acecha a cada una de ellas, dejando atrás lo construido, la familia, las costumbres y el hermoso país que los abrigó por décadas.
Como latinos, somos receptores, asimilamos la extroversión del venezolano, la consumimos con alegría, confundimos nuestras pieles sin sobresaltos, y aceptamos sus modismos para hacerlos propios, compartimos la choza y la calamina, porque siendo una unidad geográfica con pocos desacuerdos, equilibramos la fuerza de algunos, con la razón de otros, sin perder de vista algunos, el intento de rescatar lo usurpado, para trazar caminos de paz y desarrollo armónico.
¿Estará Maduro en la razón? Supuestamente su “mayoría democrática” dice que sí, lo cierto es que la diáspora no revela democracia, y el hambre es capaz de comer cualquier cosa verde o madura.
El autor es abogado
Columnas de MARIO BOERO