Pobres “análisis sociológicos” de la educación
Con el título de “Educación: otra década perdida”, un sociólogo ha publicado un artículo de opinión en Los tiempos. Sorprende la ligereza de la argumentación, sobre todo si se considera que el autor es un sociólogo. En esencia, su argumento consiste en darle a la educación actual un adjetivo y luego destrozarla porque considera que el adjetivo es negativo.
El primer argumento es deplorable dado que se parte del supuesto que no toda educación es ideologizada. Entonces, de ahí se deriva que la educación que es ideologizada es mala y la que no lo es, pues es buena. Ahí radica su fundamental error, pues todo postulado en las ciencias, más aún en las ciencias sociales y humanísticas, provienen de fundamentos filosóficos y más aún epistemológicos, en torno a cómo se aprehende la realidad. De allí se deducen un montón de respuestas, cada una de ellas con sus cargas ideológicas a cuentas. Esto, que es un simple abc para todo pedagogo, ha sido completamente obviado por el sociólogo. Esto le ha impedido, consecuentemente, hacer una análisis (esta vez un análisis serio) de los fundamentos de la ley Avelino Siñani- Elizardo Pérez, sobre sus postulados holísticos e integradores de las ciencias, con los que se trabaja alrededor de los PCPs (Proyectos Sociocomunitarios Productivos). Por lo tanto, el análisis es simplemente un prejuicio del crítico en esta ocasión.
Sorprende más aún su segundo argumento. Dice “…no vale la pena emborracharnos con los datos de que, en general, en la última década más de cien mil maestros se han convertido en licenciados, o que ahora en gran número participan en post grados”. Así como si nada, y de un plumazo se ha desvirtuado el proyecto de formación complementaria de maestros más grande en la historia de la Educación en Latinoamérica. EL Profocom ha podido tener sus debilidades, pero uno se pregunta qué proyecto educativo no tiene debilidades. Más aún si se trata de un proyecto de las dimensiones del Profocom. El sólo ver esas dimensiones debería inspirar respeto a los críticos honestos y hacerles ver que, así como seguramente ha tenido sus debilidades, también ha debido tener sus fortalezas. Lo importante en este caso, es que el Profocom , quiérase o no, ha constituido un espacio de formación complementaria para prácticamente todos los maestros del país.
El tercer argumento es tan débil como los otros dos. El sociólogo sostiene que “tampoco tiene mucho sentido el pretender que la educación mejora con la dotación de computadoras en las Unidades Educativas”. Como dándose cuenta de la barbaridad que acaba de decir, añade luego para matizar, que las computadoras, por sí solas, no mejoran la educación. De este modo, se le ha escapado al sociólogo que independientemente de cómo sean manejadas, la sola dotación de computadoras (no sólo a las escuelas, sino a cada uno de los maestros) constituyen una base primordial para construir una educación mejor. Esto por sí sólo destruye su argumento central, es decir, que la década del proceso de cambio, hubiera sido una década perdida para la educación.
El sociólogo en su análisis ha obviado que en esta década se ha erradicado el analfabetismo; ha obviado que los maestros en las Escuelas Superiores de Formación de Maestros, ya no se forman solo durante tres años, como lo hacían en los antiguos Institutos normales Superiores, sino ahora se forman durante cinco años; ha obviado que se han construido y /o renovado 4 mil nuevas infraestructuras educativas. Ha despreciado que las Unidades Educativas sean dotadas con computadores y ha obviado que los maestros también han recibido sus computadoras; ha obviado que se ha reducido –con el bono Juancito Pinto– la tasa de abandono escolar de 5,27 el 2006 a 1,2 el 2015. Ha obviado que se han creado alrededor de 40 mil nuevos ítems para maestros y ha obviado un largo etcétera. Cada uno de estos hitos históricos en la educación, por sí solos son suficientes para desvirtuar el “argumento” del sociólogo en relación a que la década del proceso de cambio hubiera sido una década perdida para la educación y sustenta más bien el argumento contrario, es decir, que la década del proceso de cambio es la década más significativa en el desarrollo de la educación en toda la historia de nuestro país.
Por esta razón, los “análisis sociológicos” que con frecuencia se hacen sobre la educación no son más que unos pobres “análisis sociológicos”, con las comillas cuestionadoras de que en realidad fueran análisis sociológicos, porque en realidad no son más que prejuicios interesados con fines políticos.
El autor es Jefe de la Unidad de Transparencia del Ministerio de Educación del Estado Plurinacional de Bolivia.
Columnas de CARLOS ECHAZÚ CORTÉZ