Y… ¿cómo andamos en casa?
La elección de Jair Bolsonaro como presidente de Brasil provoca, por lo menos, un estremecimiento. Sus discursos profundamente reaccionarios e intolerantes han generado mucho temor y lo que queda es tener la esperanza de que haya mucho trecho entre el dicho y el hecho.
Obviamente, el fenómeno político que encarna Bolsonaro ha trascendido las fronteras de Brasil. Desde un plano meramente pragmático, la reacción de varias autoridades del gobierno y dirigentes del MAS ha respondido, hasta que se difundió la declaración oficial del Primer Mandatario, a una retórica ideológica: crítica a lo que puede hacer el electo mandatario brasileño, olvidando lo que ellos hacen y en el estilo matón de pésimo perdedor que caracteriza a los seguidores del socialismo del siglo XXI que no se sabe por qué artilugio se creen depositarios de la verdad... (¿no sienten que en los hechos su discurso se parece a lo que, por el momento, expresa Bolsonaro?)
Si se revisa las redes sociales se encuentran, también, muchas imposturas. Ejemplos al canto: una luchadora por los derechos humanos (que ojalá no se convierta en la Bonafini de la política boliviana) trascribe un meme de claro sello gubernamental en el que se afirma que por instrucciones dadas por Gonzalo Sánchez de Lozada a través de Carlos Sánchez Berzaín, Víctor Hugo Cárdenas felicitó a Bolsonaro. Así, en pocas líneas se difunde falsedades y descalificaciones, lo que responde a una visión autoritaria de la realidad; es decir, no sólo se inventa aquello de la instrucción, sino que se manipula la opinión de Cárdenas sobre la elección en Brasil, que califica como libre, plural y transparente, es decir democrática, sino que la activista viola el derecho de un ciudadano de creer lo que quiera, siempre y cuando lo haga respetando el derecho del otro a hacer lo mismo.
Vayamos por más... Algunos intelectuales autocalificados de izquierda destacan una expresión grosera que habría pronunciado Bolsonaro sobre los bolivianos residentes en su país, pero no lo hicieron cuando una representante del socialismo del siglo XXI en Argentina tuvo expresiones similares, o, también, consideran que el tema de la corrupción y la incapacidad que se han incrustado en los gobiernos que responden a esa corriente, no son más que conjuras de la derecha internacional (obviamente, muchos de ellos, en el país y fuera de él, han logrado beneficiosos contratos con esos gobernantes).
En esa línea, quienes anticipan en el país que Bolsonaro ejercerá una presidencia autoritaria e injerencista, deberían si fueran consecuentes exigir al MAS y al presidente Morales que respeten la Constitución Política del Estado y el resultado del referendo del 21 de febrero de 2016, y desistan de repostular a los actuales primeros mandatarios. Así, se les creería. De lo contrario, no tienen autoridad alguna para criticar a quienes no tienen pronósticos tan apocalípticos sobre la elección de Bolsonaro (que, obviamente, también pueden ser acertados).
También es interesante la reacción de algunos ciudadanos que se han convertido en furibundos críticos de Bolsonaro, olvidando que no hace mucho cogobernaron o fueron funcionarios del segundo gobierno del general Hugo Banzer Suárez, personaje que, en verdad, dio ejemplos concretos de haber sido un represor.
En fin, ha ganado Jair Bolsonaro. A muchos no nos gusta y hasta podemos asustarnos, como sucedió a otros tantos cuando ganó Evo Morales la presidencia en 2005. La diferencia es que por ahora Bolsonaro tiene la relativa ventaja del beneficio de la duda, en cambio en el país sí se ha comprobado que el proyecto del MAS y del presidente Morales es autoritario, disfrazado de una retórica democrática.
El tiempo lo dirá. En todo caso, Bolsonaro ganó la elección en Brasil en buena ley (con un 46% en la primera vuelta y un 55% en la segunda), y recién a partir enero de 2019 podremos calificar su gestión. Si ésta se ciñe a lo que mandan las leyes de ese país los pronósticos serán falsos, pero si busca afanosamente prorrogarse en el poder cambiado dicha normatividad, crea enemigos invisibles, copa los otros poderes del Estado, ataca y persigue a medios independientes o reproduce un discurso discriminador (qué casualidad, características que tiene nuestro gobierno) será otra historia y habrá que reaccionar ante ella.
El autor fue director de Los Tiempos entre 2010-2018
Columnas de JUAN CRISTÓBAL SORUCO QUIROGA