Una carretera que se desmorona
La época de lluvias recién empieza. Todavía no ha habido alguna que merezca ser calificada como extraordinaria, ni mucho menos, pero ya ha comenzado la consabida contabilización anual de muertes, daños y perjuicios ocasionados por el pésimo estado en que se encuentra la carretera “nueva” a Santa Cruz.
La rotura de unas alcantarillas –a raíz de las primeras lluvias de la temporada– y el chaqueo han sido identificados como las principales causas, y al menos cuatro personas muertas y dos desaparecidas, la consecuencia principal del desastre ocurrido a la altura de la población Senda VI. Según la Administradora Boliviana de Carreteras (ABC) hay otras siete alcantarillas que también están a punto de colapsar sólo en el tramo entre Chimoré e Ivirgarzama.
La misma historia, con muy ligeros matices de diferencia, se repite todos los años. Y las explicaciones y justificaciones también se vuelven a oír una y otra vez.
Es probable que algo de razón tengan las máximas autoridades de ABC y las empresas contratadas para construir y mantener los caminos, pues son bien conocidos los destrozos que suele causar la furia de la naturaleza. Pero en casos como éste, no hay explicación que valga.
Con la experiencia acumulada año tras año, resulta inadmisible que las entidades encargadas del mantenimiento de las carreteras en el país, sus contratistas y sus subcontratistas no puedan adoptar previsiones para evitar que en cada época de lluvias colapse el tráfico vehicular. Más aún en esta carretera que es fundamental para la conexión interdepartamental e internacional.
Como no se cansan de repetir los entendidos en materia de ingeniería caminera, este tipo de desastres podría evitarse si se realizara un adecuado mantenimiento de puentes, alcantarillas y demás obras relacionadas con la infraestructura vial.
Por eso, algo que se puede afirmar con seguridad es que la ABC sigue aplazándose. Y de nada valen los compromisos que sus ejecutivos repiten con insistencia para rectificar su manera de actuar, para introducir algo de transparencia en la forma como administran y adjudican los contratos de construcción y mantenimiento.
Al paso que vamos, no es difícil prever lo que ocurrirá cuando la época de lluvias llegue a su plenitud. Mientras tanto, de nada servirán los esfuerzos que se hacen para dar el rango de principal medio de comunicación bioceánico a una carretera que no puede resistir ni una leve lluvia sin colapsar.