Tiempos difíciles
Estamos viviendo tiempos difíciles en nuestra industria petrolera. Reservas menguantes, producción en disminución continua de campos en declinación, resultados exploratorios en búsqueda de reservas nuevas todos negativos, mercados internos subvencionados de derivados de petróleo y gas natural en ascenso.
Nuestros mercados de exportación de gas están de retirada. Aun así no tenemos otro sector de producción que se acerque en importancia al de los hidrocarburos. No se vislumbran alternativas reales que puedan reinyectar vitalidad al sector. Lo paradójico es que no está sucediendo lo mismo o algo parecido en el resto de las empresas petroleras estatales latinoamericanas.
Desde México, el presidente electo López Obrador dio a conocer que tuvo tres reuniones de conversaciones informales con el señor Trump. Para sorpresa de todos, López Obrador informa que han convenido mejorar las relaciones a partir del próximo año y que en materia de energía han coincidido en el desarrollo de las fuentes binacionales con mayor proyección de los Estados.
A pesar del infierno político económico que se vive en Venezuela, la realidad de la existencia de reservas en ese país parece superar cualquier desgracia causada por el hombre. Así tenemos en medio de la pesadilla de Chávez y Maduro, aguas afuera, en el norte de Venezuela, a Petrobras, Repsol y Pdvsa que descubrieron grandes e importantes reservas de gas natural que podían haber justificado el gasoducto propuesto por el extinto comandante Chávez.
Por otro lado, hace unas semanas, Shell ha firmado un importante contrato con el Gobierno venezolano para la búsqueda y desarrollo de campos petroleros en ese país.
No sucedió lo mismo con Exxon. Hace un par de años Exxon no pudo soportar la política del Gobierno venezolano y el Estado Venezolano tampoco pudo tolerar las exigencias de Exxon. La petrolera norteamericana abandonó Venezuela. Unos cientos de kilómetros más al sur de Venezuela, ahora da a conocer haber descubierto grandes reservas de gas natural, frente a la Guyana Inglesa.
Brasil con Petrobras y otras grandes empresas petroleras, partes del elenco mundial de esa industria, confirman y continúan haciendo descubrimientos en el Atlántico, dominando el Estrecho de Cabral. Lula, cuando era presidente y le confirmaron resultados exitosos de pozos en el horizonte PreSal, espontáneamente dijo: “Dios es brasilero”.
Se olvidó mencionar que lamentablemente por donde va Dios le sigue los pasos el diablo. Para el desarrollo PreSal, Petrobras estructuró un programa de 191 mil millones de dólares. El presupuesto petrolero individual más grande de la industria, que también resultó ser el costo artificialmente elevado de obras gracias a coimas y otros mecanismos fuera de la ley.
Se ha realizado un programa casi interminable de investigación y por poco la palabra de Petrobras se salvó de ser una mala palabra en Brasil; pero la empresa ha ido silenciosamente recuperando su seriedad y prestancia, y, como diría una empresa evaluadora de riesgos de país, al fin ha salido de la selva.
Hasta hace 11 años, Argentina abastecía a Chile de gas natural por contratos a largo plazo. En esa época, abruptamente el Presidente Kirchner eliminó esos contratos. A la fecha. el consumo chileno de gas natural es en base a LNG de ultramar. Ahora se anuncia que Argentina exportará nuevamente gas natural de Vaca Muerta a Chile. No se conoce si son contratos a corto o largo plazo. Si fueran a largo plazo, Chile estaría corroborando el hecho de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.
Con la producción de gas de Vaca Muerta, Argentina espera ser autosuficiente en un par de años, eliminando importaciones de gas, como el contrato con Bolivia. Tiene la intención de que con las exportaciones de la producción de Vaca Muerta (gas y petróleo) se fortificará toda la economía del Estado. Por tanto, el entusiasmo y el apoyo oficial hacia las actividades en Vaca Muerta son las notas resaltantes de la economía argentina.
Después de este rápido recorrido por la industria petrolera latinoamericana, se ve con mayor nitidez el estado lamentable en que está la nuestra. El problema fundamental es el haber producido más de 15 TCF en los últimos 12 años, sin haber descubierto ni un solo pie cúbico nuevo, en reemplazo de lo que se estaba utilizando.
Se ve con mucha claridad que todos los países están preparados para un periodo de alta producción e ingresos de exportación; en cambio, nosotros, después de la cancelación del contrato con Argentina, en 2020, como anticipa el subsecretario Javier Iguacel, sólo tendremos reservas de gas de campos en declinación para nuestro consumo interno.
El autor es ingeniero petrolero y analista energético.
Columnas de CARLOS MIRANDA PACHECO