Yemen: guerra, hambruna y armas…
La guerra civil en Yemen entre los partidarios del presidente Hadi y las tropas de la Liga Árabe (coalición) liderados por Arabia Saudita por un lado y, por el otro, los rebeldes Huti apoyados por Irán dura ya más de tres años. Arabia Saudita es el aliado estratégico de Estados Unidos y hace poco el gobierno americano defendía las acciones de la coalición ante el Congreso. Sorpresivamente, la posición americana cambio y el gobierno pidió a los saudíes aceptar la tregua y sentarse a la mesa de negociación. Aparentemente, el cambio se debe al brutal asesinato en el consulado de Arabia Saudita en Estambul del periodista opositor Jamal Khashoggi
La guerra ‘olvidada’ en Yemen fue de nuevo descubierta con este crimen cometido por un comando secreto enviado por Riad. El salvajismo del asesinato ha levantado una indignación general en el mundo. Las principales capitales occidentales no han podido quedarse calladas mientras los detalles macabros del crimen estaban saliendo a la luz sugiriendo la implicación de Riad en el más alto nivel. Asimismo, la guerra se volvió indefendible ante la opinión pública mundial, hasta ahora poco interesada en lo que pasa en Yemen. Actualmente la situación en este país tribal de la península Arábiga se volvió catastrófica y su población vive una tragedia humanitaria. La ONU considera que Yemen está en el umbral de la hambruna, las actividades agrícolas se han paralizado y ocho millones de personas están en peligro de morir de hambre.
En su guerra contra la influencia iraní, Arabia Saudita se siente intocable gracias al apoyo estadounidense. Sin embargo, a raíz del asesinato surge el debate sobre las posibles sanciones contra Arabia Saudita, empezando por el embargo sobre la venta de armas. Arabia Saudita no solo es el primer exportador de petróleo en el mundo, sino también el primer comprador mundial de armas. Entre los países de la Unión Europea las posiciones sobre un embargo eventual son divergentes. La canciller alemana Ángela Merkel preconiza la suspensión de las ventas hasta que la muerte de Khashoggi no sea totalmente aclarada. Su posición es considerada como hipócrita por los medios franceses, según los cuales las autoridades alemanas han autorizado desde el principio del año 416,4 millones de euros de contratos de armas con Riad.
Para el presidente francés Emmanuel Macron, el embargo de venta de armas a Riad, sería de pura demagogia, ya que no existe ninguna relación con el asesinato de Khashoggi. Es una posición muy cercana a la de EEUU, que prefiere hablar de sanciones individualizadas, sin poner en juego 110 miles de millones de dólares de contratos previstos para Riad. El asesinato de Khashoggi sería solo una oportunidad para ejercer una presión diplomática sobre Arabia Saudita, sin llegar a un embargo.
El tema de los “mercaderes de cañones” no es nuevo. Como antes, el interés industrial de los fabricantes de armas pasa por más guerras, mayor uso de municiones y destrucción del material bélico. Según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (Sipri), las ventas de las 100 primeras empresas de armamento han totalizado, en 2016, 374,8 miles de millones de dólares. Los países que más venden armas en el mundo son Rusia, EEUU, China, Alemania y Francia. La protección, que las industrias privadas de armamento reciben de parte de sus gobiernos nacionales, con argumentos de crear empleos y prosperidad económica, poco tiene que ver con la defensa, justicia internacional y humanitarismo. Pero sí, con grandes ganancias y con la geopolítica de conflictos armados. El cinismo de los gobiernos de los países productores es cómplice de la muerte de las víctimas de guerra, también en Yemen.
El autor es comunicador social
Columnas de STANISLAW CZAPLICKI