Un sistema judicial en constante retroceso
Hace algunos días, la organización The World Justice Project presentó la versión correspondiente a este año de su informe titulado Rule of Law Index un ranking en el que se clasifica a 113 países según el nivel de confianza que inspiran sus sistemas judiciales.
Según los resultados del estudio, el sistema judicial de Bolivia es uno de los que más se está deteriorando. Durante los últimos meses descendió dos puestos en el ranking, y quedó en el lugar 106, con un puntaje de 0,38, en una escala que va de 0 a 1, donde 1 indica la mayor adherencia al Estado de derecho.
Entre los países latinoamericanos, Bolivia ocupa el penúltimo lugar, apenas un poco mejor que Venezuela. Tan mal resultado se debe a que, entre las personas consultadas, predomina la percepción de que las normas básicas que rigen un Estado de derecho son eludidas con demasiada frecuencia y el sistema en sí mismo es muy débil e ineficiente. Según las opiniones de las personas consultadas, la corrupción y la falta de transparencia son las mayores debilidades del sistema judicial.
El estudio, es reconocido como uno de los más serios y confiables. Mediante muy rigurosos métodos, recaba las opiniones de personas comunes y de expertos en materia judicial –entre docentes de las facultades de derecho y abogados, en las tres ciudades más importantes de cada país– y toma en cuenta ocho parámetros para calificar el estado de la justicia sobre una puntuación que va del 0 al 1, donde el número mayor indica también mayor confianza.
Según los resultados del estudio, los países escandinavos, encabezados por Dinamarca, quedaron ubicados al tope de la tabla mundial. La mayoría de los latinoamericanos se ubicaron en un lugar intermedio. Entre ellos se destaca Uruguay, que ocupa el puesto 20. Y en la franja inferior, en el último lugar no sólo de Latinoamérica, sino de todo el mundo, entre muchos países africanos, aparece Venezuela y algo mejor ubicada, pero no mucho, Bolivia.
Esos resultados, con todo lo alarmantes que son, no pueden ser calificados como sorprendentes. Por el contrario, son los únicos que se puede esperar si se considera los extremos a los que ha llegado la degradación de la justicia en Bolivia. Peor aún si, con incomprensible terquedad, las fuerzas gubernamentales se empeñan en seguir retrocediendo por el camino que conduce al colapso total.