El tiempo y el aprendizaje
La forma de organizar y distribuir el tiempo en la escuela responde a la realidad educativa de hace un par de siglos. Las investigaciones que han realizado autores como Emilio Tenti o Aniko Husti muestran que en América Latina no se han experimentado muchos cambios en la forma de organizar y gestionar el tiempo en la escuela, que es mirado a través del rígido y cuadriculado horario escolar: cada cuarenta o cuarenta y cinco minutos tengo que saltar de la matemática a la educación física o de la literatura a la experiencia científica.
Los autores han establecido la relación entre el tiempo prescrito (200 días de clase, entre seis y ocho horas diarias) y el tiempo efectivo o real destinado al aprendizaje. Algunos estudios señalan que se pierde hasta el 50% de las horas asignadas para la enseñanza, por diversos motivos.
Por supuesto que el tiempo afecta al rendimiento y aprendizaje. En general, la evidencia muestra que tiempo y logro académico están asociados positivamente. Claro, siempre y cuando ese tiempo esté bien usado, lo que quiere decir que una gran proporción esté destinado a la enseñanza y al aprendizaje. No siempre ocurre así. Un estudio realizado en un país latinoamericano, analizando videos de clases, muestra que la mayor parte del tiempo la ocupa el profesor (52%), evidenciando una pedagogía directiva y un estilo de enseñanza con poco diálogo y conexión con los estudiantes. La mitad de ese tiempo, según el estudio, la pasa el profesor dando instrucciones o información del contenido. El tiempo interaccional de preguntas y evaluación (18%) es menor que el llamado tiempo regulativo, donde el docente trata asuntos de disciplina (31%). Lo cual viene a confirmar la impresión generalizada que tenemos, y que se ha comentado en otras oportunidades en esta columna, de que el estilo de enseñanza puede sintetizarse en que los profesores exponen, los estudiantes aplican y los profesores controlan dicha aplicación en el transcurso de la clase. Los usos del tiempo dan cuenta del protagonismo del profesor y del poco tiempo asignado a la voz y trabajos de los estudiantes.
Internacionalmente hablando, la investigación (Martinic, 2015) muestra que los alumnos que asisten a centros educativos que han aumentado su jornada diaria escolar, tienden a obtener mejores logros académicos, medidos en las pruebas estandarizadas de aprendizaje (que no se aplican todavía en nuestro país). Pero hay acuerdo en que no se puede atribuir exclusivamente al tiempo los resultados que se alcancen, ya que las decisiones de extenderlo van acompañadas de otras intervenciones concomitantes relacionadas con las formas de uso de ese tiempo. Las conclusiones de las investigaciones señalan que no basta con aumentar la oferta de horas de clase para mejorar los aprendizajes. Se necesita garantizar que los alumnos tengan compromiso con la tarea y ello implica entender sus ritmos, conocimientos previos, motivaciones y, sobre todo, poner en práctica una metodología atractiva y activa en el aula.
Se conoce, también, que la asignación de más tiempo para el aprendizaje, produce mayores efectos en los países menos desarrollados y en alumnos provenientes de familias de nivel socioeconómico bajo. Los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), tienden a usar no más de cinco horas diarias en la primaria y no más de seis en la secundaria. Es cierto, pero el uso de menor tiempo va acompañado por un aprovechamiento óptimo del tiempo escolar, por medio de un buen trabajo pedagógico.
Las decisiones de política educativa sobre este asunto parten de una hipótesis que considero aceptable: más tiempo en la escuela significa mayor posibilidad de aprender. Los países que lo han intentado, lo han asociado a otros factores, que van desde la infraestructura adecuada hasta las capacidades docentes. En educación, no hay decisiones aisladas que produzcan efectos positivos.
Lo que significa que tomar la medida de aumentar el número de horas de clase implica tener clara una teoría del cambio, que permita apreciar cómo una intervención específica en materia de tiempo escolar llegará a los resultados esperados, que no pueden ser otros que lograr aprendizajes de mayor calidad. Comprender la lógica causal de la decisión sobre el tiempo, dicen los especialistas, permite observar de manera lógica los procesos y las interacciones que deban darse entre los factores que se activan y la cadena de resultados que se generan hasta lograr el finalmente deseado.
El autor es doctor en Ciencias de la Educación
jorge.riverap@tigomail.cr
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