Beni y su eterno futuro
Todos los años, cada 18 de noviembre, como ayer, el Beni recibe un espacio especial en la agenda pública nacional. Es como si la principal razón de la fecha fuera llenar el vacío que dejan los demás días del año durante los que ese departamento de Bolivia no merece más que una atención muy secundaria.
Es así desde 1852, cuando el presidente José Ballivián quiso que la historia registre su triunfo en la Batalla de Ingavi, librada ante la invasión peruana ese mismo día en 1841.
Lo que Ballivián quiso fue que esa fecha quede de alguna manera grabada en nuestra memoria histórica. Sabía, o suponía, que lo que hizo fue una hazaña digna de ser recordada. Y por eso eligió esta fecha para dar a Bolivia un nuevo departamento. Un departamento que nació como emblema del futuro.
En aquella época, Beni, como toda la amazonia boliviana, estaba demasiado lejos de las principales preocupaciones de los bolivianos con pocas excepciones. Aunque todavía no se había sufrido la guerra del Acre y sus pérdidas, ya estaba felizmente clara en la consciencia de algunos bolivianos, aunque todavía muy pocos, la necesidad de sentar presencia en esa zona. Mirada poco comprendida en esos tiempos porque esa región era vista como algo tan ajeno y lejano que sólo podía valer si se la asociaba con un futuro tan promisorio como lejano.
“Guarda el Beni tu hermoso futuro”, que la estrofa dedicada a ese departamento en la emblemática canción patriótica “Salve ¡Oh! Patria”, es la más clara expresión del lugar que a ese Departamento se le dio en la conciencia nacional.
Muchas décadas han pasado desde entonces, y el “hermoso futuro” que se le prometía al Beni no puede dejar de ser contrastado con el presente.
Los años transcurridos desde entonces son suficientes para que el Beni sea para la Bolivia de hoy uno de los mejores indicadores de lo que hemos hecho, estamos haciendo y nos falta hacer con nuestro país. El Beni ya no “guarda un hermoso futuro”. Ya es un presente ante el que de nada valen los buenos augurios sino los resultados concretos.
Y esos resultados, más allá de los buenos deseos, no son precisamente de lo más esperanzadores.
En territorio beniano están los mayores parques nacionales y los principales megaproyectos de producción de energía hidroeléctrica, pasando por la ampliación de la frontera agrícola y la incorporación al mercado de tierras de las selvas amazónicas. El Beni de hoy es el territorio donde más claramente se ponen en juego los diferentes proyectos de futuro para nuestro país.