Prensa enemiga
La libertad de prensa es el derecho que tienen los ciudadanos a conformar medios de comunicación cuyos contenidos no estén controlados ni censurados por nadie, ni particulares ni grupos de personas y mucho menos los poderes del Estado. La elaboración y manejo de esos contenidos está a cargo de periodistas o informadores que son los titulares de ese derecho.
Esta libertad está reconocida en el capítulo séptimo de la Constitución Política del Estado que tiene el título de “Comunicación Social”.
Pese a ello, y a la normativa sobre el tema, la libertad de prensa es constantemente violada en nuestro país y los ataques en su contra aumentaron en número a partir de la asunción al poder del presidente Evo Morales quien, poco después de asumir el mando, declaró expresamente que su principal enemigo eran los medios de comunicación.
La Asociación Nacional de la Prensa (ANP) lleva un escrupuloso registro de esas agresiones y entre las últimas hay casos que corresponden a Sucre y Potosí. Por una parte, habrá que recordar que hace poco, el 6 de noviembre, justo cuando la Radio La Plata, de Sucre, celebraba sus 75 años de existencia institucional, el gobernador de Chuquisaca, Esteban Urquizu, le dio el más ingrato regalo al espetarla por haber analizado los motivos por los que esta autoridad tiene cero por ciento de aceptación en una encuesta difundida por una red nacional.
Y en esta semana, el blanco de los ataques del resistido gobernador chuquisaqueño fue Correo del Sur, debido a las notas informativas –que no ingresan en el rango de opinión– respecto a la partida del Instituto Psicopedagógico de la Orden Hospitalaria de San de Dios. El periódico reflejó la posición de la gente, que quiere que los juandedianos se queden y denuncia su presunto marginamiento, y la autoridad le culpa por eso.
Poco después, la Villa Imperial fue el escenario de otro ataque contra la libertad de prensa cuando comerciantes de la feria franca, que estaban peleando entre sí por espacios para la venta en la avenida ferroviaria y adyacentes, intentaron arrebatar de las manos la grabadora y el celular de un periodista del diario El Potosí. El informador sólo estaba cumpliendo su trabajo pero la furia de los vendedores informales, cuya resistencia a su traslado fue rechazado por la mayoría de la población potosina, se volcó contra él en un intento que bien puede considerarse tentativa de hurto y, por tanto, amerita una denuncia ante el Ministerio Público.
Como se ve, para los sectores que quieren conservar sus privilegios por la fuerza, la prensa sigue siendo el enemigo principal. Lamentablemente para ellos, es un enemigo que no está dispuesto a rendirse.