Los linchamientos, tema obligado
Porque sucede con frecuencia inesperada, los últimos tres en los días recién pasados, Bolivia salta a la palestra en el acontecer mundial. Los linchamientos suceden sin pausa: seis en los últimos meses y llama la atención a nivel internacional, con la pregunta inevitable. ¿Por qué sucede esto justamente en Bolivia?
La primera respuesta es que Bolivia no vive el Estado de derecho común a todas las naciones civilizadas. Es que, no obstante el aumento del presupuesto para policías y soldados, existen todavía territorios sin ley, la presencia de la autoridad es nula o acaso tan insignificante que está lejos de ahuyentar a los criminales que se organizan de manera espontánea y pronta para asesinar a seres generalmente inocentes o culpables de delitos menores. ¿Qué sucede para que se levanten los vecinos, que las alarmas no funcionen y enardecidos, diríamos enloquecidos, vecinos se agrupen para delinquir? Cualquier acusación basta para enervar los ánimos y armadas de piedras, palos, gasolina, las manos dan muerte a sus semejantes en medio del paroxismo y de una diabólica algazara que nadie puede entender, de la que muchos resultan contagiados, actúan a ciegas y se convierten en cómplices de asesinatos a cual más cruel e indescriptible.
Entre las instituciones que han condenado siempre esta forma de matar, la iglesia Católica, cuya palabra autorizada está escrita de siempre cada vez que sucede es la primera y su invocación a la autoridad para castigar el delito mayor de dar muerte a sus semejantes sin figura de juicio, a fuerza del instinto cobarde y criminal de turbas enceguecidas cuya reiterada frecuencia abre interrogantes sobre una conducta repetitiva, enceguecida por el odio y la crueldad.
No vamos a nutrirnos del morbo que provoca la referencia pormenorizada de la descripción con que los medios narran estos sucesos propios de naciones incivilizadas o donde las guerras o las epidemias provocan actos vandálicos inenarrables, lo cierto es que el denominador común está en “el deleite y goce colectivo” que surge de los linchamientos. Por ello nos sumamos al clamor popular de investigar y encarcelar a los autores para que purguen este delito que dice mal de la sociedad boliviana, de la vigencia de sus leyes, de la defensa de la vida y la libertad y que el imperio de la Ley llegue a todos los rincones de la Patria sin excepción, para que el ciudadano sepa que está protegido y que su libertad tiene un alto precio para el Estado que cuida de sus habitantes.
El autor es periodista
Columnas de MAURICIO AIRA