Política: lo correcto vs. lo efectivo
Lo políticamente correcto es opinar con ideas brotadas del corazón, del espíritu cultivado y de la razón entrenada; pero lo políticamente efectivo es discursear con frases pegajosas, como declamando poesía, y con opiniones que no son fruto sino de la autocomplacencia.
Es sabido que los líderes incultos son los más proclives a actuar de una forma políticamente atractiva y vistosa ante la mirada del pueblo en general. No importa que no se crea en lo que se piensa, lo que importa en verdad es caer bien ante la opinión pública del momento, lo importante es decir que se es de izquierda. Y entonces, ante la mirada del momento, aparece como el político de la demanda social revolucionaria.
Por otro lado está el político con mirada de largo alcance, con un instinto crítico de servicio, con una elevada concepción de la verdad y la vida. Permanece menos tiempo en el poder que el otro político, pero su obra es mucho más duradera y hasta gloriosa.
Este hombre analiza las cosas desde su escritorio, lee mucho y escribe, pero también sale a la calle, protesta y a mirar cómo está su pueblo; ve los problemas de su sociedad e intenta soluciones —tal vez no muy agradables— pero sí eficientes.
Hacer lo correcto en política siempre tiene que ver con la ética. Actuar de una forma efectiva siempre está peleado con la ética. El pragmatismo político, la mayoría de los casos termina peleándose con la ética y, por tanto, con lo correcto. Nada que no es correcto termina siendo consagrado por el tiempo ni por la historia.
Por tanto, valoremos a ejecutores de la política que creen en ideales que, aunque no muy populares, son los más sensatos porque son de largo alcance y buscan aportar con un cambio estructural a la transformación de una nación.
Licenciado en Ciencias Políticas
Columnas de IGNACIO VERA DE RADA