El tronco, no las ramas
El Gobierno ha respondido a la indignación ciudadana por la habilitación del binomio oficialista con su mejor rostro: la situación económica del país. Los operadores gubernamentales enrostran a los criticones una situación de bienestar cuya veracidad es debatible porque unas son las cifras oficiales, otras la que dictan los bolsillos y, finalmente, existe una tercera opción económica, la de aquellos pocos que advierten que la aparente bonanza en la que vive el país sería artificial y pasaría su factura en los próximos años.
El discurso oficialista gira en torno a que Evo Morales es el mejor presidente que ha tenido el país. Así lo ponen, sin tapujos, en las redes sociales y ha quedado impreso en muchos productos gubernamentales, incluidos los cuadernos y textos escolares de la editorial del Estado. El argumento, entonces, es que el actual presidente debe seguir gobernando porque él, y solo él, es capaz de mantener la bonanza. En esa versión, si Bolivia cambia de presidente, volvería a caer en el caos y la crisis económica. Este discurso ha sido apuntalado en las últimas horas por el Vicepresidente, quien explicó que ha reculado en su intención de no volver a candidatear por su filantrópica preocupación de que, si él se va, podría tomar el poder “alguien que no sabe gobernar”.
Toda esta lógica mesiánica es, por decir menos, ofensiva para el resto de los ciudadanos bolivianos. Si la tomamos por válida, estaríamos aceptando que sólo dos de los más de 11 millones de Bolivia están capacitados para gobernar, mientras que el resto somos imbéciles o inútiles para desempeñar el mando. Y los dos están tan convencidos de eso que incluso nos muestran que lo hacen como un favor (“Yo no quiero. Es el pueblo el que me obliga”).
Existe otro argumento repetitivo, el del peligro de que vuelva a gobernar la derecha. Lo que se dice es que, si Evo Morales y Álvaro García Linera dejan el poder, y el MAS con ellos, entonces volvería la crisis económica porque los “neoliberales” —a los que ahora se endilga otro descalificativo: “vendepatrias”— volverían a entregar los recursos naturales a las transnacionales y someterían el país nuevamente a los dictados de Estados Unidos.
Pero el fondo del asunto no es ni lo uno ni lo otro.
Evo Morales puede ser el mejor presidente del mundo, pero eso no lo habilita para postularse por tercera vez yendo en contra de la constitución que lo prohíbe. Lo que importa es que la única manera de que una sociedad funcione, con buenos o malos presidentes, con buenos o malos partidos en el poder, es mediante el acatamiento a las normas que ella misma se dote.