Cuestión de intolerancia
En los últimos meses, los bloqueos se han convertido en una de las formas más utilizadas para protestar en contra del abuso de poder en Bolivia. Pero la figura se torna distinta cuando a título de la defensa de los derechos se vulnera el de otras personas.
En la última marcha del 21F, el pasado 6 de diciembre, varios actos de intolerancia salieron a relucir donde incluso periodistas fueron agredidas.
Es el caso de Suleide Estíbarez López, una mujer de 52 años que discutía con un grupo de mototaxistas que obligaban a acatar el paro por el 21F, cayendo muerta minutos después. “Se golpeó su cabeza y yo corrí de inmediato para levantarla”, relató su esposo, que la encontró muerta.
Pero otro acto de intolerancia se dio en El Alto cuando un equipo de prensa de TVU de la UMSA cubría las manifestaciones. Se trata de Paola Saavedra y su camarógrafa Roxana Mendoza. Saavedra recibió un golpe de puño por la espalda cuando entrevistaba al docente.
“No pude ver quién era, pero era de un grupo de varones que luego intentaron lanzar al piso a la camarógrafa”, relató al señalar que era un grupo que apoyaba al Gobierno.
En Cochabamba, también ocurrieron actos de intolerancia. Desde gritos (de personas a favor y en contra de las marchas del 21F) a personas de la tercera edad hasta golpes a periodistas, que lamentablemente no se visibilizaron.
Las personas son libres de protestar, pero el límite es el respeto al derecho del otro, a sus razones y a su forma de pensar.
Editora de la sección Economía de Los Tiempos
Columnas de ENID LÓPEZ CAMACHO