Cuarta revolución industrial
Explotación de los recursos naturales y desarrollo sostenible son un par de frases que pueden poner los pelos de punta a cualquiera con el sentido común desarrollado. La primera porque es superlativa y coloca al ser humano como amo y señor de todas las cosas sobre el planeta y la segunda porque encierra una contradicción espantosa.
No puede existir desarrollo sin explotación y al mismo tiempo este desarrollo no puede ser sostenible en el tiempo. Y nos vamos dando cuenta que estamos acabando con los recursos naturales de la Tierra a un ritmo enloquecedor.
Hay miles de muestras en nuestro territorio que, bajo la lógica extractivista y monodependiente de la exportación de gas natural, están acabando con bosques húmedos y territorios indígenas, para hablar de un par de ejemplos.
Esa explotación tan controvertida y al mismo tiempo tan ensalzada por sectores industriales y mineros, pervive entre la primera y la segunda revolución industrial, muy atrasada respecto de la cuarta.
La primera revolución industrial utilizó el agua y el vapor para mecanizar la producción. La segunda utilizó la energía eléctrica para la producción masiva. La tercera usó a la electrónica y la tecnología de la información para automatizar la producción. Ahora, la cuarta revolución industrial basada en la tercera, se trata de la revolución digital que se está produciendo desde mediados del siglo pasado. Se caracteriza por una fusión de tecnologías que está borrando las líneas entre las esferas física, digital y biológica.
La cuarta es diferente a la tercera por la velocidad, el alcance y el impacto de los sistemas y va evolucionando exponencialmente. Debemos reconocer que estamos viviendo en un nuevo tipo de economía impulsada por la innovación, y que se necesitan nuevas normas, estándares, políticas y convenios globales para salvaguardar al mismo tiempo la confianza del público para con sus gobiernos y al planeta.
Sin embargo vemos cómo, cruelmente, se sigue hablando de explotar los ingentes recursos naturales bolivianos, bajo una perspectiva inmediatista, que busca llenar las billeteras de unos pocos en detrimento de muchos.
Es una lástima que el actual partido de gobierno no piense. No piense en el futuro, aunque se llene la boca de él. No piense en el respeto a la ley de leyes y opaque su actividad a base de decretos ilegales. No piense en la cuarta revolución y ahonde sus raíces en modelos obsoletos y atrasados.
No piense que, como dice Klaus Schwab fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial, la amplitud y profundidad de estos cambios anuncian la transformación de sistemas completos de producción, gestión y gobierno.
La autora es máster en comunicación social y periodista.
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER