¿Se debilita la prensa?
Termina 2018 con una situación lamentable para el ejercicio periodístico, y no lo digo solamente por las condiciones nacionales, sino por las de toda Latinoamérica y aun por las del mundo entero.
Lo preocupante es que el problema ha pasado de ser informal a ser formal. Esto es que, en algunos países, la cuestión de la limitación de la libertad periodística quiere ser trasladada al campo de las leyes o las instituciones. Se quieren, por ejemplo, institucionalizar oficinas que fiscalicen el trabajo de los periódicos o estaciones de radio o que, por lo menos, acosen a los medios críticos o que examinan la realidad con lentes de buen investigador.
Los periodistas del Asia parecerían estar hoy en el ojo de la tormenta. Afganistán, Siria y Yemen son, hoy por hoy, verdaderos infiernos para el periodista. Y lo son no tanto por sus respectivos Gobiernos cuanto por la situación que atraviesan tales Estados en su conjunto.
Ahora sí hablemos de América. La situación aquí es sombría. La labor de la información no está solamente amenazada por el Gobierno sino también por problemas sociales como el narcotráfico, la corrupción en niveles locales y el crimen organizado.
Ahora bien, el problema no solamente son el sicario y la bala que desgarra el corazón del periodista, el problema es también, digámoslo así, gubernativo. Desde los Estados Unidos, con un Trump que siente un odio visceral contra los medios de comunicación, hasta Bolivia, donde se está persiguiendo a varios periodistas, los Gobiernos están involucrados en el problema del debilitamiento del periodismo y la comunicación social.
La situación es complicada y concierne directamente al buen funcionamiento de un Estado de derecho. La prensa crítica es pilar fundamentales para el funcionamiento de un país que vive en democracia. Esperemos que 2019 sea un año de enmiendas en este sentido, y en muchos otros sentidos también.
Lic. en Ciencias Políticas
Columnas de IGNACIO VERA DE RADA