¿Cambia, todo cambia?
Dicen que estamos programados para vivir bajo certezas, que la incertidumbre es una nube negra que es mejor evitar. Todos necesitamos un faro o un mapa que aclare el norte a seguir. Eso de que la crisis es equivalente a una oportunidad suena bien, a veces las crisis abren caminos nuevos, eso a veces, pero cuando la crisis es la mermelada con que untamos el pan de cada día y aderezamos la mezcla con una buena dosis de incertidumbre, debemos replantear el origen mismo de convivir con el caos.
Como no puede ser de otra manera, cuando un año finaliza es inevitable hacer recuentos, mirar atrás y analizar el decurso de lo vivido en esos trescientos y más días vividos, los errores y los aciertos y si se es lo suficientemente progre vislumbrar aprendizajes. Lecciones que esperamos que perduren para no repetir eso de “tropezar con la misma piedra”, en fin, para no dilatar más esta introducción vamos al grano. El tema tiene directa relación con aquello que se vislumbra para el 2019, un año de contienda electoral en el país.
A diferencia del antes donde los gobiernos ejercieron el poder de forma desastrosa, creo que ahora se juega más que el peso de una forma de gobernar y de ser gobernados. Se acabó el tiempo de pausa, al año volvemos a entrar a esa cueca democrática donde votaremos de nuevo, aunque en el fondo no sabemos qué corno va a pasar.
El cambio en este orden mundial irracional, nos ha hecho bailar las reglas del mercado y el mercado juega duro y si no se aguanta, entonces, a la forma posmoderna, solo queda huir del mundo, idea que supone crear burbujas individuales de falso confort, ahí tampoco está la respuesta.
Dicen que antes sabíamos a dónde íbamos y qué roles debíamos asumir. Antes sí, pero ahora el mundo está perdiendo los grandes relatos y esto no tiene porqué ser del todo negativo, ahí el cambio es altamente positivo porque tiene que ver con la búsqueda del sentido. En este contexto, tiene sentido dejar de estar atrincherados, con una piedra en la mano, viendo a la otredad con sospecha, esta noción de que todo amenaza no es sostenible, tampoco sentir que el futuro es un gran signo de interrogación. Cambiar no es solo labor de un gobierno de turno, el cambio parte en la intimidad de lo cotidiano hasta lo más macro. Ejercer como máxima el respeto a lo legal, al otro y al entorno, aunque todo nos dice que no es posible. Asumir que todos somos los responsables del vivir bien.
Creo que la respuesta siempre estuvo en nuestros bolsillos o en la billetera, busque una moneda cualquiera y lea lo que ahí dice “La unión es la fuerza”, este lema deriva de la frase en latín “concordia res parvae crescunt” que significa: “las cosas pequeñas florecen en la concordia”. El 2019 está ya a la puerta como la posibilidad de cambiarlo todo y hacerlo juntos, para que cambie no solo lo superficial sino también lo profundo.
La autora es escritora
Columnas de CECILIA ROMERO