Sana sana, colita de rana
Muere una niña por desnutrición en El Alto y el Gobierno regala una casa a la familia; fallece una madre y su bebé en Cobija y entregan otra; nace una niña con el corazón expuesto y de inmediato la recoge un helicóptero para trasladarla al lugar donde se tratará. Parece el país de las maravillas. La crítica es más que positiva por la reacción inmediata, pero negativa en cuanto se trata de impresionar al país apelando a la sensibilidad de la gente para inducir estos hechos hacia una campaña proselitista.
¿Qué hizo el Estado en 13 años para prevenir la desnutrición, mejorar las prestaciones en salud y cuántos hospitales creó para operar casos como el de la infante con el corazón volcado o para atender a los pacientes con cáncer? ¿Cuántos habitantes gozaron de la misma suerte?
¡Contados! ya que coincidentemente se trata de casos que recibieron amplia cobertura de los medios. ¿Y qué hay de los otros? De los invisibles, de los que pagan remedios a un costo inaccesible, por sólo mencionar algunos. Estos suceden cada minuto y sólo pasan a formar parte de las tristes estadísticas, entre las que abundan miles de muertes absurdas por falta de una atención y medicación oportuna, además de seguimiento.
¿Quién no quiere un seguro universal en Bolivia? Todos estamos conscientes de la urgencia de implementar uno. Pero no así, de manera improvisada, sin consenso y sin analizar los problemas que actualmente atañen al sector, como la falta de camas, de implementos médicos, de especialistas, de infraestructura y sobre todo de un presupuesto que garantice lo mínimamente aceptable para que una cobertura sea digna.
Más que hacer “sana-sana” para ganar votos con fines prorroguistas, se requiere capacidad, planificación y transparencia. Tres elementos que precisamente no han caracterizado a la gestión del MAS, sino el derroche, la corrupción e ineficiencia.
Directora de Los Tiempos
Columnas de LUZ MARINA CANELAS ARZE