1 de enero
Existen diversas culturas a lo largo y ancho del planeta, éstas han mostrado interés y necesidad por regirse de acuerdo a períodos en el tiempo, así lo expresa la historia de la humanidad. Todas las culturas tienen la necesidad de marcar ciclos que, de manera interesante están ligados a lo cósmico, la luna, el sol, y a los ciclos agrícolas y festivos. La existencia del calendario chino, el grecorromano, el azteca, y otros como el maya, un calendario sofisticado que expresa la fascinación por el tiempo, manifiestan el interés del ser humano por marcar inicios y finales. Siempre los comienzos de año se han relacionado con el advenimiento de transiciones; así se explican los múltiples rituales individuales que hacemos en el cambio de año, poniendo las expectativas, de que el nuevo año sea mejor que el anterior.
En el ámbito social, ocurrieron hechos que marcaron la historia de América Latina, todos sucedieron un primero de enero, como actos simbólicos de rebelión ante el statu quo y el inicio de una nueva etapa de manera diferente. Revoluciones, como la de Haití en 1804, que se dio un primero de enero y por la cual Haití logra ser la primera República negra, y se abole la esclavitud.
En Cuba, un primero de enero de 1959, la dictadura de Fulgencio Batista fue derrocada y se reconoce al gobierno de las fuerzas revolucionarias, triunfa la Revolución. Y el más reciente hecho histórico, hace cuarto siglo, la sublevación ocurrida en México un primero de enero de 1994, en la que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional EZLN, se rebela contra un régimen neoliberal despiadado. De esta manera, el inicio de un nuevo año significa y representa nuevos desafíos siempre con la esperanza y el sueño puesto en mejores días.
En nuestro contexto el 2019, será un año duro, decisivo, es así que, ante todo, ojalá y prioricemos la preservación de la democracia que, dentro lo que cabe, nos garantiza la convivencia, la no violencia y la preservación de la unidad; de lo contrario solo estaremos socavando el país.
Otro de los flagelos que nos azotó en 2018 fue la alta tasa de feminicidios, por tanto apostemos por una Bolivia en la que se termine la violencia hacia las mujeres, y que sea un año en la que ni una mujer más pierda la vida a raíz del machismo imperante. Una Bolivia en la que la prevención y el cuidado de la salud de los bolivianos que se encuentra mermada y descuidada, sea la prioridad del Gobierno, más que la construcción de ostentosos e insulsos edificios. Un país en el que la educación se fortalezca y la extinción del hambre se logre.
En suma, tener un horizonte, donde las acciones tengan la finalidad de lograr el bien común, respetando las reglas mínimas que nos pusimos y que se encuentran en nuestra Constitución Política del Estado; de lo contrario estaremos en las puertas de un año aciago, triste y violento. Iniciamos enero, con la confianza puesta en que no todo está perdido y que aún existe esa utopía que nos impulsa a avanzar y a construir una sociedad más justa, equitativa, democrática, igualitaria y con calidad de vida.
La autora es socióloga y antropóloga
Columnas de GABRIELA CANEDO VÁSQUEZ