Cuidado con el fascismo
Maltrechas las naciones latinoamericanas y aun algunas de la Europa occidental por un socialismo impracticable y envilecido, y vencidas por su propia pesadumbre esas mismas personas que se decían socialistas, un nuevo espectro amenaza volver a caminar en esos lugares corrompidos: el fascismo.
Se va hundiendo fragorosamente en el pasado una de las etapas de la historia contemporánea que puede considerarse como de las más corruptas y polémicas. Y es sobre los escombros de esas ruinas que debemos ser capaces de alzar un edificio con una nueva concepción de Estado: la de la ciudadanía civilizada.
El fascismo no es la respuesta, no puede ser la respuesta. Si lo fue en algún momento de la historia universal, y no por su funcionalidad como doctrina en sí misma sino como encendedor de una guerra que pondría un nuevo orden necesario, hoy es un desacierto político.
Es como un cliché tenerle miedo a la izquierda radical. Tenedle el mismo miedo al fascismo, y no por la seguridad de vuestros bienes e inmuebles, sino por vuestra inserción y bienestar sociales y el de vuestros hijos.
Grandes dificultades deben enfrentar siempre los procesos de transición. Han pasado a la historia los tiempos de las izquierdas y derechas ortodoxas. Ahora, la síntesis universal debe ser la política del centrismo y la inclusión, del pragmatismo y el cuidado del medioambiente.
Lo que el nuevo tiempo latinoamericano reclama a gritos es la reivindicación de uno de los postulados esenciales de la Revolución francesa: el concepto de ciudadanía. Esta palabra es un baluarte democrático como pocos, es revolucionario y reivindica derechos desconocidos, y la prueba de ello es que nació al pie de los muros de la Bastilla y del mismo seno de las clases excluidas. Nació como una reivindicación social que engrana en la teoría del republicanismo.
Lic. en Ciencias Políticas
Columnas de IGNACIO VERA DE RADA