El Estado contra la educación
Exactamente igual que todos los años cuando llega la época de las inscripciones escolares, durante los últimos días ha vuelto a presentarse una serie de dificultades que, por lo reiteradamente que se producen, se constituyen en un fiel reflejo del estado de estancamiento en que está la transformación burocrática del sistema educativo nacional.
La persistencia de las interminables colas de padres y madres de familia que suelen pasar días y noches haciendo fila con la esperanza de inscribir a sus hijos en determinados colegios fiscales que, según su criterio, son los que mejor educación brindan, los que cuentan con mejor infraestructura o están más cerca de su domicilio o trabajo, es una elocuente muestra de lo dicho. Y también lo es la ola de reclamos que se alza por el pésimo estado en el que está la mayor parte de las edificaciones escolares.
La pregunta es: ¿qué de especial ofrecen esas unidades educativas para que los padres de familia, cada año, hagan tales esfuerzos para que sus hijos sean admitidos en ellas? ¿Por qué, como se ha visto, hay padres que incluso vienen de otros municipios para que sus hijos o hijas sean parte de ellas?
Las autoridades no encuentran respuestas y es que, al parecer, es tal la desconfianza de las familias con la educación pública y la impotencia de no poder garantizar a sus hijos una educación de mejor calidad, que se sienten impelidos de acudir a los centros que han adquirido mayor prestigio. Esto nos lleva a una necesaria reflexión sobre la calidad y competencia de las escuelas públicas y la decisión cada vez más evidente de las familias de buscar mejores alternativas en establecimientos privados. Sin embargo, los colegios privados enfrentan a su vez una crisis de calidad y sostenibilidad.
En efecto, y por paradójico que parezca, la mayor parte de los esfuerzos del Ministerio de Educación no se dirigen a mejorar la educación pública sino a poner al sistema de educación privada cuanta dificultad esté a su alcance mediante una serie de disposiciones que bajo el rótulo de “regulación” se pretenden imponer a los colegios particulares como parte de una política que, según todos los indicios, tiene como principal objetivo asfixiarlos.
Todos los años, la Asociación Nacional de Colegios Privados (Andecop) expresa su preocupación al respecto. Y lo hace con razón pues las disposiciones gubernamentales ponen en cada vez más serias dificultades a colegios que hacen poco menos que imposible la continuidad de la prestación de servicios educativos en muchos colegios particulares del país.
Así, lo único que queda claro, más allá de toda duda, es que tanto el sistema público como privado es una víctima más de pésimas políticas educativas.